Su activismo lo reflejó a través de esas pinturas, casi infantiles, que hoy siguen cubriendo muchas de las camisetas que Bershka vende temporada tras temporada, pero que mantienen en la picota a este artista cuya obra más salvaje se encuentra en la intimidad de un baño público.
Pues sí, lo que lees. Y es que lo que muchos aún no sabían, es que esta obra tan personal de Haring se puede encontrar en el baño de hombres del segundo piso del Lesbian, Gay, Bisexual, and Transgender Community Center de Nueva York desde que, en 1989, le ofrecieran pintar una de sus salas, la que él quisiera.
Haring, consciente de que sus ilustraciones inspiradas en el graffiti debían seguir enfrentando a la sociedad a esa lucha del colectivo LGTB contra las posiciones más conservadoras (las que gobernaban), que coartaron las investigaciones para dar con la cura del sida y las políticas públicas de prevención, ocasionando que fueran muchos los contrajeran la enfermedad por falta de información.
Así, su Once Upon a Time reflejaba una orgiástica representación de la homosexualidad en su más sincera supervivencia, brutal liberación sexual que, sirviéndose de eyaculaciones explosivas, penes a granel, posturas a antojo y sexo anal (como más clara resistencia artística), nos brindan una reconfortante inspiración donde los dibujos se convierten en vocabulario, para que la esperanza no decaiga y la energía del colectivo se mantenga impertérrita. Keith Haring puede sentirse orgulloso por ello.