Pero todo por exigencias del guion, y es que Apollo será otra más de las «conquistas» que Daniel Craig tendrá en su muy esperada ‘Queer’, de Luca Guadagnino. Una cinta que acaba de estrenarse en la Mostra de Venecia con demasiado tibieza para ser una peli del aclamado director italiano, pero que estamos ansiosos por ver.
En ella, Craig da vida a William Lee, en lo que sería la adaptación homónima de la novela del escritor de la Generación Beat William S. Burroughs, que tantos años ha llevado planeando sobre la cabeza de Guadagnino. Una arriesgada interpretación del último James Bond, que no duda en sacudirse cualquier atisbo que nos pueda seguir recordando al personaje que se ha enfundado los últimos 15 años para abrazar un personaje 100% LGTBIQ, en un momento en el que los argumentos del colectivo han pasado de ser secundarios a mantener el peso principal de la acción.
Y es que si estábamos acostumbrados siempre a ver a un Craig vestido como un pincel, en ‘Queer’, su registro será otro totalmente diferente. Su papel de expatriado estadounidense marginado en la Ciudad de México de los años cuarenta, huyendo de una redada antidroga en Nueva Orleans, le ha convertido en un alma errante que pasa los días de bar en bar y con algún que otro flirteo con «universitarios», como con Drew Starkey (Allerton en la cinta), con el que se obsesiona, y con Omar Apollo, con el que sencillamente saltan chispas en la pantalla grande.
Unas escenas que poco dejarían a la imaginación y mucho a la fantasía posterior, y para las que Apollo se preparó a base de sopas, pues para desnudarse frente a Craig no podía tener mal aspecto, en sus propias palabras.
“Tuve una experiencia genial con él. Tiene una presencia que se siente desde lejos. Recuerdo que le pregunté: ‘¿Cómo te sientes cuando la cámara está encendida?’ Y me contestó: ‘Para ser sincero, cada vez que la cámara me enfoca, estoy aterrorizado’. Me pareció precioso. Tienes que ser vulnerable. Hay que abrirse a esas emociones. Fue una respuesta muy sincera».
Aún así, para prepararse para la escena, tuvieron que beberse unos cuantos gin tonics y dejar para luego los gemidos, gimoteos y demás bramidos, que serían añadidos en postproducción por ADR (sistema de sustitución de diálogos en el estudio) porque ya hubiera sido too much. Solo de pensarlo…