La Malontina, la cocina mediterránea más exótica, pero tradicional

Las casas de comidas siguen siendo una de nuestras debilidades, por eso es un verdadero gustazo dejarse caer por los dominios del chef  Pablo Fernández Acera, desde donde se esmera para que sus más fieles seguidores salgan felices y sus nuevos clientes vuelvan encantados. 

Así, su coqueto restaurante situado en el madrileño barrio de Las Letras sigue de bote en bote desde 2003, toda una proeza en un momeno en el que los negocios abren y cierran, pero solo los mejores se acaban quedando. Un tanto que se sigue apuntando La Malotina (como llamaba el padre de Fernández Acera a su hermana cuando no se portaba bien) en una clara apuesta por la cocina mediterránea más pura, mezclada con el exotismo propio de esas receas de aquí y de allá que tan bien se adaptan al gusto patrio y a esas materias primas que ganan al experimentar. 

Porque si algo hay que tener claro es que La Malotina es mucho más que un sencillo bistró que sabe a asturiano, un restaurante donde se impone el chup-chup, las largas preparaciones y contundentes sabores y muy buena en fogones que homenajean lo artesanal. 

Una experiencia culinaria completa donde la mezcla de eclecicismo y el yantar de toda la vida sorprende a locales y visitantes, mientras le hincan el diente a esas vieiras a la plancha con reducción de kimchi y Godello, las croquetas caseras (de lo que haya en el día), los mejillones gallegos en salsa de curry con coco y lima, su col braseada y caramelizada con vinagreta de anchoas y avellana, la buenísima brandada con ajo asado y miel, sus mollejas de ternera lacadas con puré de manzana verde, el bacalao en sashimi con aceite y especias, las alcachofas sobre hummus o un rossejat que merece todo nuestro respeto. Vino de la casa y a gozar. 

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Texto: Bru Romero