Marc Yarza
«No imagino mi vida sin dibujar»
Quizá sea el más joven de esta «terna» de artistas que os presenta mos esta temporada, pero en ningún caso ese dato le resta poderío a su trabajo. Desde muy temprana edad supo que lo suyo era el fas cinante mundo del cómic. Un universo de imágenes yuxtapuestas y narrativas gráficas que entran por los ojos y nos dan una ligera idea de todo lo que corretea por la talentosa cabeza de este amante de la ciencia ficción. Un verdadero fanático de la pintura, del dibujo, de la escultura que, al final, cedió a esas voces que le empujaban al más minucioso arte secuencial que él domina como Thanos su guante lete. Un virtuoso que no necesita de color, pues no es colorista, para dotar a sus imágenes de la fuerza necesaria para que de un golpe de vista nos sumerjan en el particular mundo de un Yarza más preocu pado de trabajar de lo que le gusta, que de sumarse al carro de las tendencias del momento. Poderosas ilustraciones que le han permi tido publicar su obra en revistas y fanzines desde Estados Unidos a Nueva Zelanda, con parada obligada en Inglaterra, frente a un público tan inabarcable como una guerra en las mismísimas galaxias, como el poder de todos los Vengadores reunidos. Una actividad a tiempo completo que le sigue reportando la alegría de dedicarse a lo que soñó cuando era niño y de conocer a personas como Joaquín Gar cía Marina, reconocido representante de artistas secuenciales en el mundo del cómic, que desde la Radebu Agency le ha permitido rozar el cielo con las manos y hasta el infinito y más allá.



Jorge Arévalo
«Algunos me llaman el ilustrador de trazo elegante. Suena pretencioso, pero me lo repiten mucho»
Coco Chanel decía que la sencillez es la clave de la elegancia, quizá por eso sean bastantes los que encuentren en las ilustraciones de Jorge Arévalo el claro ejemplo de que menos es siempre más. Cuesta echar un ojo a cualquiera de sus obras y no descubrir la psicología con la que es capaz de analizar al personaje de turno y exprimirlo hasta el punto de conseguir que lo reconozcamos ipso facto. Y es que, aunque Arévalo ha sido bien prolífico en lo suyo, no podemos negar que sus retratos de personajes del cine, la música o la moda son su mejor carta de presentación. Que sí, que sus ilustraciones eró ticas recogidas en su libro Bis y sus campañas para RayBan, Carolina Herrera, Cartier, Cuatro, L’Oréal, Sisheido, el Ayuntamieno de Madrid o Deux ex Machina son la caña, y que su triunfo, con altos honores, en los Premios Internacionales de la SND (Society for News Design EEUU) o, aquí en España, recibiendo el Premio Nacional de Diseño Editorial Daniel Gil y el Premio Nacional de la AEPD tienen lo suyo, pero nada como esos trazos justos y delicados como el corte de un doctor y tonos vivos y saturados como en una pintura de Hockney, para enfrentarnos a este ilustrador y director creativo, heredero de los mejores retratistas de Montmartre. Un gran observador que coge el relevo de aquel Hirschfeld que, entre bambalinas, tanto dominaba la línea. Una maestría que Arévalo conoce, envida y (casi) supera con distinguida y fresca elegancia en tiempos de absoluta zafiedad.



Rubenimichi
«Somos como un monstruo con tres cabezas y seis manos, perfectamente coordinados y coherentes en la creación de su particular universo»
Ellos se definen como un monstruo de tres cabezas, pero a nosotros nos gusta más la idea de un árbol formado por tres esquejes que periódicamente va dando sus frutos. Dos metáforas para referirnos al buen hacer de Rubén, Michi y Luisjo, tres artistas que desde 1996 llevan embobándonos con cada una de sus creaciones. Pequeñas grandes obras que, como El Jardín de las Delicias de El Bosco, pero sin tanto extra, nos abren a un mundo mágico donde la naturaleza inventada más fantasiosa se mezcla con referencias pre-rafaelitas, de pintura flamenca del siglo XV o, incluso, low-brow tan hipnóticas que asustan. Un imaginario de símbolos masónicos y/o esotéricos que seducen, engañan, divierten y nos dan hasta morbo, y con el que este trío calavera triunfa allá por donde pasa (de La Luz de Jesús a Mondo Bizarro, pasando por la Iguapop Gallery), haciendo de lo figurativo su más personal breviario profano. Tres contadores de historias de lo más surrealistas y apegadas a una imaginación sin límites, tres poetas del acrílico, lo onírico y lo cotidiano, que como buenos románticos que son saben cómo alinear los astros para que su particular visión de la vida y del arte se nos quede en la retina, mientras huimos empujados por ese reconocible bestiario marcado por la mística más ambigua y perversa, esa que nos hace convertir el más intrínseco existir en un auténtico ritual. El único secreto de que sigamos teniendo ganas de seguir, de seguir vivos e ilusionados por lo que aún no ha llegado.
Texto_Bru Romero