Y de esa sensación de vigilia entre el sueño más reparador y la ingravidez de los primeras bajadas de párpado, nace toda una colección de estilismos tan sencillos como volátiles, tan drapeados como deliciosamente ligeros como una pieza de Debussy. Prendas de siluetas fluídas y totalmente deconstruídas como principal sustento de una primavera/verano 2026 que exuda sosiego, tranquilidad y un minimalismo de telas, pliegues y coloristas estampados, que no hacen otra cosa que elevar cada uno de los looks a la categoría de necesarios.
Prendas que beben de los 80 y los 90, pero con un prisma más rádical que no atiende a lo que entendemos por masculino y/o femenino y a esa extraña obsesión por recurrir a convertirnos en iguales una y otra vez. De este modo, y desde la Paris Fashion Week, la música de Sean Suen resuena por toda la sala (una de las tantas de la parisina Biblioteca Cujas), los bocetos mutan en realidades que se yuxtaponen y consiguen hacer que lo imposible sea posible y la modernidad dependa de un bonito traje, el esplendor del raso y esos toques, más femeninos, con los que jamás hubieras imaginado finalizar un look ganador.
Texto_Bru Romero