Y es que en un momento en el que solo nos entran por los ojos culos, p*llas y escenas tan burdas que sentimos que la sofisticación hace mucho que se dejó de conocer, el modelo, reconvertido en cabeza visible de su propia marca de ropa interior deluxe, Dominic Albano da un paso más y comparte con todos nosotros las polaroids realizadas en sus shootings.
Una oportunidad de conducirnos, entre bastidores, por aquellas escenas que solo los modelos, el foógrafo y el equipo conocen y que, gracias a Albano, salen a la luz para mayor aplauso de los amantes de esa memorabilia más especial.
Impresiones en formato Polaroid, únicas e irrepetibles, que el fundador de Dominic Albano Collection nunca pensó vender al gran público, pero que ahora cuenta con un apartado especial en su web, para atender a tanto interés como ha suscitado esta decisión.
"Nunca planeé venderlas. Estaban pensados para moldear la atmósfera de la marca. Pero ahora se sienten más como artefactos. Fue natural compartirlas finalmente. Es donde la moda y el arte se unen", explica Albano.
Y es que con una rápida mirada al ramillete de instantáneas de Albano, celebramos que el homoerotismo entendido con una mirada clásica siga siendo del gusto de la audiencia. Escenas íntimas, de lo más personales, que nos retrotraen a aquel año 1975 en el que el fotógrafo aficionado Tom Bianchi, SX - 70 Polaroid en ristre, comenzara a disparar para capturar la esencia de aquella localidad al sur de Long Island que con menos de 23 kilómetros cuadrados se convirtió en la parada de los homosexuales de aquella época, un oasis de libertad, drogas y mucha diversión a remojo.
Un paraíso queer que entre piscinas, cuerpos casi desnudos bronceados por el sol neoyorquino y mucho mostacho setentero quiso Bianchi dejar retratado para la posteridad en cada uno de los veranos que por allí pasó hasta 1985. Imágenes donde el hedonismo de aquellos días alegres no hacía presagiar la terrible pesadilla que supondría el SIDA para hordas de homosexuales liberados de toda mirada acusatoria que pasaban allí sus veranos.
Un proyecto, el de Albano, que recupera un poco de aquella atsmósfera en un momento en el que el uso del filtro está sobrevalorado, y la intimidad del fotógrafo con su fotografiado es la rara avis que se sigue valorando por encima de todo, pues la serenidad y nostalgia de lo queer sigue siendo totalmente atemporal. Judy Garland se imaginaba el día de su muerte con gais cantando "Over the Rainbow" y la bandera de Fire Island "ondeando a media asta", por algo sería.
Texto_Bru Romero