Y entregarte a su cocina cosmopolita y donde más que el producto, que también, la importancia recae en sus salsas.
Porque si en los últimos meses has probado de aquí y de allá, apostándotelas al fin más batallero, ya va tocando un poco de delicadeza y finura para ese «resentido» paladar. Y es que en Allégorie las opciones nos llegan sobre mantel de hilo y una clara apuesta por una revolución del recetario tradicional francés y unas materias primas que se deshacen en la boca.
Un planteamos que su chef Romain Lascarides mantiene de principio a fin y que gracias a su dilatada carrera, dos estrellas Michelin mediante, alegra los paladares de un público que vuelven a la cocina gala como a un oasis en el desierto.
Una experiencia absolutamente auténtica que basa casi toda su propuesta en las salsas como ADN que recorre todos sus platos, y que al ritmo del bulle-bulle de contundentes vinos y cognacs con solera, se encargan de mezclar cada uno de los ingredientes de los distintos pases para encandilarnos con sabores de siempre, pero con un giro que vuelve a despertar ilusiones.
Un Allégorie donde se atiende al aspecto más eco de unos productos apegados a esa conexión con el proveedor, que no decae, y hace posible platazos como sus espárragos verdes en varias texturas con yema confitada y «duxelle» de champiñones, foie gras con chutney de chalotas y uvas, su pollo de las Landas Marie Hot con teja «arlette» de patatas y ricotta, el guiso de rabo de toro desmechado con foie gras de pato y ensalada de maíz o unas delicadas croquetas de los Alpes con patata y queso Reblochon, que no nos hacen olvidar de qué van rellenas.