A un tiro de pieda de la Torre Picasso y solo apto para los más disfrutones, celebramos la apertura de este restaurante de la mano del Grupo Carbón tan interesante como necesario. Un lugar donde disfrutar desde el primer minuto en el que nos enfrentamos a esa moderna escalera helicoidal que nos da idea de que lo que allí vamos a encontrar es tan auténticamente vintage que nos lo vamos a gozar.
Así, su sala en forma de óvalo se llena con nuevas caras curiosas y fieles que no quieren perderse la experiencia gastro-musical que Pabblo ofrece, y con mucho buen atino. Materias primas de primeras en platos con los que chuparse los dedos, mientras la animación nos viene dada y las ganas de irnos cada vez se alejan más.
Un Pabblo de rotunda personalidad que, abarcando las propuestas mediterráneas más suculentas de nuestro recetario, se las apuesta por la vieja escuela y acierta en esta apuesta decidida por retrotraernos una época de lo más hedonista.
Música de primera y sabores tan especiales como los de su ostras francesas fritas con myonesa de limas, sus navajas gallegas gratinadas a la leña, sus blinis caseros de salmón ahumado y caviar, la terrina de foie gras entier casera con ensalada de frissé de mango, los mejillones al carbón con salsa marinera, su ensaladilla o las flores de calabacín crujiente rellenas de mozzarella y parmesano, los canelones gratinados de carne picada y jamón ibérico, su escalope Wiener Schnitzel de ternera de leche o el de su lenguado salvaje meunière a la leña. ¿Postre? La tarta Sacher o el praliné de avellana porque hemos venido a jugar.