Sí, lo que lees. Y es que son tales las hordas de gente en busca de sus 50 segundos frente a una de las obras maestras Leonardo da Vinci más fotografiadas, que el presidente francés ha decidido reubicarla mientras se llevan a cabo las obras que conseguirán que la pinacoteca parisina vuelva a ser capaz de cumplir su misión educativa y cultural bajo unos mínimos destacables.
Un interés por modernizar el museo para que satisfaga las necesidades de los más de 30.000 visitantes diarios, que actualmente se sienten como anchoas en lata en cada una de las salas de que dispone. Aún más, donde se encuentra La Gioconda. Un proyecto de renovación con la intención de construir una nueva entrada al museo (que consiga descongestionar la entrada actual en la famosa pirámide de cristal), lo que conllevará el disfrute de los nuevos visitantes que accederán al Louvre por espacios subterráneos. Además, también se desarrollarán mejoras para potenciar aún más si cabe las zonas comunes para el descanso, baños y demás mejoras en las instalaciones de uno de los atractivos con más gancho (y tirón económico) de la capital francesa.
Unas labores de chapa y pintura que mantendrán a la misteriosa Lisa Gherardini localizada en un espacio independiente con acceso autónomo, que evitará hacinamientos innecesarios y mejorará el tú a tú con la dama renacentista. Así, sí.