En el corazón del Raval, donde las baldosas aún guardan el eco de conversaciones pasadas, Casa Leopoldo ha vivido una jornada especial, de esas que no se olvidan. A un año de su renacimiento, el restaurante —que más que un local es ya un personaje de la historia barcelonesa— ha rendido tributo a quien durante décadas fue su espíritu: la inconfundible Rosa Gil.
La mesa estaba puesta con mimo, como ella siempre enseñó, y alrededor se sentaron viejos amigos y nombres propios del paisaje cultural de la ciudad: Eduardo Mendoza, Carme Ruscalleda, Joan Gaspart, Pedro Balañá, Salvador Boix, y Daniel Vázquez Sallés —hijo del inolvidable Vázquez Montalbán—, entre otros. El alcalde Jaume Collboni también se unió a este encuentro tan íntimo como simbólico, así como el escritor Jordi Soler y Carles Vilarrubí, presidente de la Acadèmia Catalana de Gastronomía i Nutrició.
Rosa Gil y su hija Carla Falcao.
Jaume Collboni, Bruno Balbás y Rosa Gil.
El menú fue un viaje al paladar emocional: paella de marisco, albóndigas con sepia, puerro escalivado con romesco... Y como postre, tartaleta de crema catalana y un ganache de chocolate, que parecía un guiño goloso al pasado. Cada plato servía tanto para comer como para recordar.
Rosa Gil, que no ha perdido ni el humor ni la memoria, compartió anécdotas entre carcajadas: desde la escandalosa visita de Juliette Binoche, hasta las broncas de Lola Flores y Manolo Caracol, sin olvidar al Sabina que imploraba por unas almejas. Entre coplas y fados —interpretados por ella misma— cerró la velada con la emoción de quien ha sido querida y reconocida. “Mi ego está más que cubierto”, confesó con una sonrisa tan ancha como su legado.
Casa Leopoldo no es un restaurante cualquiera. Fundado en 1929, fue refugio de artistas, escritores y bohemios: de Orson Welles a Picasso, de Dalí a Hemingway. Es un lugar donde las paredes han escuchado historias que ningún cronista ha podido escribir del todo.
Gracias al empeño y visión de Sofía Matarazzo y Bruno Balbás —creadores del grupo Banco de Boquerones—, el mítico establecimiento volvió a la vida en 2023. Lo hizo con respeto, pero también con alegría: respetando el alma de hierro forjado, mármol, azulejos portugueses y algún guiño taurino, pero abriéndose al presente con una carta que combina tradición y creatividad.
La 'Sala Rosa Gil', un comedor rosado para ocho comensales, es ahora el rincón más íntimo y simbólico del restaurante. Un pequeño altar a la mujer que convirtió a Casa Leopoldo en mucho más que un sitio para comer: en un lugar donde la ciudad se encontraba a sí misma.
Así, entre vinos selectos y recetas de siempre, Casa Leopoldo no solo vuelve a abrir sus puertas: vuelve a contar su historia, a escribir nuevas páginas y, sobre todo, a honrar a quienes supieron hacer de ella un tesoro emocional de Barcelona.
Carme Ruscalleda, Eduardo Mendoza, Bruno Balbás (copropietario), Daniel Vázquez Sallés, Rosa Gil y su hija Carla Falcao.
Carme Ruscalleda y el chef Martí Francioni.
Texto: Juan Antonio Gómez, director de Dear Magazine
Foto apertura: Carme Ruscalleda, Joan Gaspart, Pedro Balañá, Carles Vilarrubí, Rosa Gil, Eduardo Mendoza, la sumiller Meritxell Falgueras y Daniel Vázquez Montalbán.