Wonder Woman es una película ligera, apabullante, estridentemente divertida y muy consciente de sí misma. Es un tebeo que va de tebeo y no de otra cosa. Y por eso se goza un montón. Postmoderna, naif y superfeminista cuenta el advenimiento de Diana, la reina de todas las amazonas, en Wonder Woman en plena Primera Guerra Mundial erigiéndose en esperanza para la Humanidad. Y todo ello con una mezcla de escenas de acción y otras íntimas muy equilibradas, muy bien traídas.
Para ello, la actriz Gal Gadot y la directora Party Jenkins logran que un estilo totalmente alejado de la sobredosis de anabolizantes de otras entregas de DC (o de Marvel) sea una de las películas más entretenidas de la factoría desde El caballero oscuro de Nolan. Porque parece que los grandes productos de entretenimiento están hecho a la mayor gloria del público masculino, y sin embargo, es un delirio de acción, de montaje, de puro sabor veraniego. Sin complejos.
Además, la presencia masculina en forma de Chris Pine, con romance encantador incluido, completan un filme de 140 minutos que se pasan volando y logran demostrar que la magia del cine sigue siendo posible.Y eso es lo que realmente se pretendía, ¿verdad?