Nos lo imaginamos, no entiendes nada. Es martes pero aún tu cabeza da vueltas por estar bajo los efectos de un (pasado) fin de semana en el que no te has dejado nada por hacer. Pero es necesario hablar de Will Smith, sí, es muy necesario. Te robó el corazón (y las risas) como Príncipe de Bel Air; te entretuvo como pocos como el Capitán Steven Hiller en Independence Day o el Agente J en Men in Black; con Ali te noqueó desde el principio hasta el final y con En Busca de la Felicidad provocó que te quedaras sin más lágrimas que soltar pero lo de Aladdin ha superado cualquier listón que te hubieran puesto con anterioridad. Para mal, claro está.
Ah, ¿qué no te has enterado? El próximo 24 de mayo Disney estrenará una nueva versión de Aladdin, dirigida por el ex de Madonna Guy Ritchie, y protagonizada por Mena Massoud y Naomi Scott (en los papeles principales) y un Will Smith en el papel de genio o, mejor dicho, djinn (que es como se llamaba a los seres fantásticos como él en la mitología semítica). ¿El problema? Que pese a que en un principio Will Smith no sería azul como aquel divertido genio de la película original (doblado por el no menos gracioso Robin Williams) parece ser que los productores y demás equipo de la película han creído necesario teñir al pobre de Will de intenso azul (o azul Klein para los más fashionistas) no sabemos para qué. Hay otros, que más allá del color de piel, sencillamente no lo ven, les aterroriza y lo ven como una decisión totalmente desacertada.
“No volveré a dormir de nuevo y es todo culpa de Will Smith”, “el genio de Will Smith es aquello que aparece en mi habitación cuando tengo parálisis mientras duermo”, “mis tres deseos serían no volver a ver al genio”, “si fuera niña de nuevo y viera a este genio de Will Smith en CGI, tendría pesadillas una semana y media” han sido algunas de las reacciones de fans que esperaban con muchas ganas la película mientras que la intención de Guy Ritchie, según cuentan, era simplemente la de conseguir que Will diera la imagen de un daddy musculado de los 70 que no pareciera que estuviera contando sus calorías pero que tuviera una presencia lo suficientemente formidable para que te enteraras de que estaba en la habitación. No sabemos si lo han conseguido.
Por el momento, no podemos valorar ni juzgar mucho más al personaje (porque quizá luego nos fascine de tal manera que queramos frotar las veces que haga falta su lámpara) aunque lo único que esperamos es que no le pase como a la actriz Margaret Hamilton (La Bruja Mala del Oeste de Oz) que debido al plomo con el que la tiñeron de verde mantuvo el color (una vez desmaquillada) durante semanas. No queremos saber qué harán cuando hagan el remake de La Sirenita. Pobre, Úrsula…