¿A quién no le gusta una buena ceremonia de premios? Bueno, eso de que sea buena puede llegar a ser relativo pero si hay una entrega de galardones, previo paso por una alfombra roja, el éxito está más que asegurado. Y es que somos ‘Grandes Hermanos’, señores. Nos encanta ver, mirar y analizar y por mucho que digan que esto de sacarle punta a todo es de envidiosas, nada que ver con la realidad. Es el entretenimiento (inter)nacional. Y los VMA’s de este año, nos han dado documentación gráfica para rato.
Celebrada en Los Ángeles y con Katy Perry como presentadora de esta 33ª edición de los premios de la MTV, podemos decir que el gran triunfador de la noche fue Kendrick Lamar con nada más y nada menos que 6 premios y entre ellos el de Mejor Vídeo del Año. Pero no es música lo que nos ocupa en este momento sino moda, looks imposibles, exóticas vestimentas para el escenario que nos hacen cuestionar el valor de un estilista de cabecera. Porque podríamos hablar de lo mejor vestidos, sí. Pero, no me negarán que hablar de los tropiezos es mucho más divertido. ¡Acuérdense de Vídeos de Primera! ¿Comenzamos?
Joe Jonas. Desde que dejarán de ser un grupo, los Jonas Brothers han ido cada uno perfilando su estilo. Desde el tono gimnasta malote pero aniñado que nos regala Nick en cada aparición al estilo rockero teen, ya padre de familia, que precede a Kevin. Pero lo de Joe es algo que no tenemos aún muy claro. A veces es sofisticado, otras veces le da por ir de trash, en momentos le sale la vena excéntrica a lo Bowie, en ocasiones vemos muertos y como en esta ocasión que su extravagancia innataa de americano que se cree en los 70 y tira de chaqueta con solapas a juego con la filigrana de la camisa y ya no sabemos si va a recoger un premio o a traer la bandeja del bar con Dray Martinis bien fresquitos.
Ed Sheeran. Lo de este joven que nos tiene robado el corazón (musicalmente hablando) no tiene desperdicio. Si Joe Jonas pecaba de locura kitsch, este chico pelirrojo con cara de nerd peca de no tener madre que le haya dicho que a una entrega de premios no se va como el que va a pillar una pizza a la vuelta de la esquina. Que sí, que la camiseta es de Burberry y todo lo que tú más quieras pero unas normas básicas de etiqueta deberían cumplirse.
Billy Ray Cyrus. No rompas más nuestro pobre corazón y más con otro modelito como sacado de un bonito pero caluroso día en el porche, tocando el badajo y esperando a que jamás te inviten a ninguna fiesta, evento o happening dado que lo tuyo es el rancho y un buen plato de frijoles en la mesa. ¿Queda claro, vaquero? Y sí, hay una serpiente en tu bota.
Jeremy Scott. Con él llegó el brilli-brilli, la explosión de color, de dorado, de estampados y todas las bombas que ustedes quieran y es que no hay nadie como Scott para levantar el ánio del personal asistente y el horror de los críticos de moda más académicos. Lo suyo es llamar la atención y vaya a donde vaya es demasiado reconocible. Decimos demasiado porque ya hasta nos aburre y cansa que siempre vaya disfrazado. ¿Esta vez? De Ferrero Rocher. ¿No lo ves?
Jared Leto. Nos hizo llorar con un discurso homenaje a las dos pérdidas más importantes del año: Chester Bennington y Chris Cornell. Pero más nos hizo llorar esa capa con la que sobrevoló los flashes de la alfombra roja y con la que no sabíamos si pretendía emular a un Bowie vestido de Kansai Yamamoto, a un exultante redentor queer o a un Harry Potter con su capa de invisibilidad para ocultarse de los bichos malos. Invisible no fue y por muy de Gucci que sea (lo más seguro dado que es imagen) no sabemos aún el porqué. ¿Por qué, Jared, por qué?
DNCE. Si hablábamos antes de Joe Jonas y su interés por la moda, solo hace falta esta foto para descubrir que el grupo al que pertenece parece seguir sus pasos. O al revés. Se alimentan unos de otros. Nosotros, por si las moscas, les echamos de comer a parte. Next.
Drake Bell. Después de un sangrado de ojos absoluto que nos ha hecho, por un momento, no volver a creer en el gusto de la especia humana, llega él (que ni pintaba mucho en los VMA´s para qué negarlo) y con total look en negro, repeinado como solo las madres saben hacer con nuestros peinados y con una sonrisa de esas que nos hacen olvidar hasta los adornos que se marca en las solapas, el actor Drake Bell consigue convertirse en nuestro perfecto acompañante para cualquier evento al que debamos ir. Menos es siempre más y encima hizo las paces (en backstage) con su colega Josh Peck con el que hacía aquella serie infantil (Drake & Josh) Para qué queremos más. ¡Gracias, Drake! Te llamaremos para nuestra próxima fiesta Dear.