Su fama sigue extendiéndose por las principales capitales del mundo. Las galas de ballet más internacionales se lo rifan. Legítimo heredero de los virtuosos del XIX y el XX —aquellos bailarines patrios que se dejaban el alma entre fandangos, boleros, pasos a dos y variaciones románticas—, Bernal va más allá gracias a su divina dualidad…
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