Spiderman, uno de los superhéroes de la Marvel más emblemáticos y seguidos (de sus cómics sale la famosa frase «Un gran poder conlleva una gran responsabilidad») llega ahora con fuerzas renovadas en la piel del actor inglés Tom Holland (el niño mayor de Lo Imposible) que ya interpretó a Peter Parker en Capitán América: Civil War el año pasado.
A sus 21 años puede decirse que es uno de los intérpretes en que más esperanzas se han depositado, ya que los dos anteriores se han mirado siempre con bastante reticencia.
Tobey Maguire se metió tres veces en el papel en 2002, 2004 y 2007 y por lo que no gustó nada a los seguidores del superhéroe no fue tanto por las tramas, que fueron muy entretenidas y recuperaron muy bien al personaje, como por el efecto que produce el actor californiano, perfecto híbrido entre grimoso y perturbado. Tiene más aspecto de supervillano, pese a su porte aniñado, que de un héroe por el que sentir simpatía o admiración. Gracias por jugar, Tobey, pero nadie lloró tu marcha.
Respecto a Andrew Gardfield, que se metió en la piel del personaje en 2012 y 2014, cabe decir todo lo contrario: es demasiado elegante, demasiado altivo para mancharse los pies de barro y trepar paredes. Es como cuando Paul Newman hizo El cáliz de plata, sencillamente nadie entiende qué está haciendo ahí.
Así pues, Tom Holland, perfecto saltimbanqui que ha estado varios años haciendo de Billy Elliot en el West End londinense, se postula como el adecudo Peter Parker/Spiderman, en esta ocasión bajo la protección, amparo y consejos del millonario Tony Stark/Iron Man, ese sí, él sí, perfecto superhéroe que parece que Stan Lee escribió pensando en él. La película que hoy se estrena también cuenta con Michael Keaton como supervillano y Marisa Tomei como May Parker, tía de Peter. Ambos, deliciosos.
Estamos ante uno de los estrenos del verano, sin duda, fresco y estimulante que hará las delicias de los amantes de una saga inagotable.