¿Quién nos iba a decir que terminando agosto nos íbamos a volver a enrolar en una nueva aventura en alta mar? Puede que la temporada de toalla, arena y chiringuito esté llegando a su ocaso, seguramente los rayos del sol ya no vayan a pegar tan fuerte pero aún nos queda un último viaje con origen desconocido pero un capitán de excepción. Se llama Eddie Redmayne. Y como buen lobo de mar esconde su particular secreto.
Un misterio que somos capaces de averiguar con tan solo un apretón de manos y una mirada rápida a su muñeca. Sabemos de qué manera consigue ganar tiempo a la rutina y marcar los minutos de una sofisticada nueva aventura que encuentra el equilibrio allende los mares.
Un compañero de viaje que responde al nombre de Seamaster Aqua Terra y que nos llega de la mano de la familia Omega que de cronometrar buenos momentos sabe un rato. Un reloj que cuida su simetría, ondula el fondo de su caja a modo de olas y depura su corona cónica para no hacernos olvidar que vamos en un yate de lujo con cubiertas de madera de teca. Una pieza que secunda hasta el más relajado de nuestros movimientos a través de una caja en cristal de zafiro que se calibra hasta lograr una precisión absoluta y una resistencia al magnetismo a prueba de cualquier inclemencia o frenético vaivén inesperado y a la que Redmayne presta su particular bravura.
Un aventura que celebra el clasicismo moderno de una firma relojera que sigue inspirando experiencias inolvidables, una teoría del todo que conseguimos despejar vayamos a babor o a estribor, no cortando el mar sino volando pero siempre guiados por un capitán que sabe lo que hace y que como decía aquel poema no teme a enemigo navío (o vuelta a la realidad) que tuercen su rumbo ni sujete su valor.