¿Eres de los que te gusta comer bien en un sitio bonito pero alejado de cualquier postureo que te reste las pocas energías que te quedan para aguantar más tonterías? Rocacho es tu restaurante. Un paraíso donde carnes y arroces se dan la mano y a ti te dejan gozándolo en un vergel donde todo está fetén.
Ponemos rumbo a la calle Padre Damián donde en un bonito local (lo firma el estudio Cuarto Interior) que muchos amantes de instagramearlo todo morirían de síndrome Stendhal, se erige un Rocacho que revoluciona la idea clásica del asador de toda la vida. Una vuelta de lo más moderna y sofisticada al típico negocio de carnes espectaculares, sitio de peregrinaje de aquellos que han ido a comer y no a otra cosa.
Un local donde la luz tras sus grandes ventanales y sus zonas de barra y terraza permiten al comensal apagar el móvil y disfrutar de la experiencia gastronómica. Un lugar al que ir si mono tienes de comer bien y pagar sin sobresaltos y si lo que te pide el cuerpo es disfrutar de buenas carnes. Una especialidad de la casa que torna en clase magistral cárnica gracias a la materia prima de la que le surte El Capricho (ya sabes, las de Jiménez de Jamuz en León) y que, seguramente, disfrutarán tus instruidas papilas gustativas.
Un Rocacho que no busca el artificio por el artificio sino tu satisfacción pues al son del tintineo de platos de cecina de buey, ensaladilla, torrija de foie, croquetas de gamba roja, anchoas del Cantábrico sobre pan cristal con tomate, tacos de cangrejo de cáscara blanda con aguacate, taco de ceviche de corvina, ensalada César, carpaccio de carabineros y gamba roja, fideuá de marisco, tuétano de buey con encurtidos y pasas, arroz caldoso de bivalvos, paella del señoret, bacalao o angulas al carbón, rapito crujiente, chuletillas de lechazo, oreja de solomillo de buey, chuleta de vaca y, para terminar, crumble de pera o cremoso de queso con sopa de cítricos, te permiten gozártelo de lo lindo.
¿Es finde y se te antoja una paella? Pídela en su delivery y a volar.