Parece que al cantante y actor americano su personalidad agresiva le vuelve a jugar una mala pasada. ¿Podría su última «hazaña» poner en peligro su permanencia en la familia DC, teniendo que colgar el uniforme de The Flash?
Ya en junio de 2011, mientras rodaba The Perks of Being a Wallflower fue detenido por saltarse un semáforo en rojo. Si a eso le unimos que cuando los agentes le inmovilizaron descubrieron en su coche 20 gramos de marihuana, la cosa pintaba cada vez más bonita. Pese a que tuvo que pagar 600 dólares (no por la hierba, sino por el semáforo), el historial delictivo de Miller no solo le acompañaría durante años, sino que iría actualizándose cada cierto tiempo, ganándose la atención mediática más por su vida fuera de la pantalla que por la de estrella en ciernes.
Con su paso al frente como queer, por aquel entonces, y como no binario en 2018, se ganó un foco a su persona que le encumbraría a la mayor de las popularidades, pero también la mirada aún más atenta de sus detractores. La elección del actor como Flash, en todas las películas que requirieran sus servicios, y como Credence Barebone, para la factoría J.K.Rowling sería analizada hasta el milímetro por los más fanáticos de la sala que sin darle el visto bueno al 100%, sí se los fue ganando con un talento innegable. Hasta que llegó 2022.
Cuando para todos, 2022, sería el año en el que finalmente cogeríamos carrerilla y despegáramos para dejar atrás lo que ya todos sabemos, para Miller comenzaría una nueva pesadilla gracias a sus idas de olla e innumerables crisis. Si en marzo lo echaron de un karaoke de Big Island (Hawái) tras haberle quitado el micrófono a una mujer que cantaba el Shallow de Lady Gaga y Bradley Cooper, y lanzarse sobre un hombre que jugaba a los dardos (sí, todo muy loco), hace unos días le lanzaba a una mujer una silla a la cabeza (con la consiguiente brecha) en una casa particular. Un incidente por el que era sancionado y por el que se le obligaba a evitar volver a pasar por la zona. Castigo que se unía a una citación policial por obstruir la acera durante su desalojo del karaoke y por el que pasó una noche en el calabozo y era liberado al día siguiente tras pagar una fianza de otro 500 dólares.
Un tiempo libre a la manera Miller que ha puesto en alerta a los directivos de Warner Bros y a D.C. que, sin ser muy tremendistas, han llegado al consenso de “poner en pausa” cualquier próximo proyecto de la estrella hasta que la rabia interior de Miller se contenga y no les haga pasar por el mal rato de tener que defender a un delincuente en potencia.