Es una pena que actrices como Pilar Bardem nos abandonen tan pronto. Talentos como el suyo debían seguir entre nosotros de por vida pero los caminos son inescrutables y el destino caprichoso, de ahí que hayamos tenido que decir adiós a una de las figuras más importantes de nuestro cine, de la actualidad más social y de esos cómicos de toda la vida que pierden a una de las suyas, de las mejores.
Si nos pusiéramos a enumerar los mejores títulos de la cinematografía de la Bardem, nos quedaríamos solos. Y es que pocas actrices de nuestro país podrían hacer acopio de semejante recorrido laboral. Trabajos en el cine, la televisión y el teatro que suponían una auténtica clase maestra para la profesión y un regalo para un público que sabía que la ovación final estaba más que asegurada.
82 años recién cumplidos en los que tuvo tiempo para virar del drama a la comedia, tanto dentro como fuera de la gran pantalla, pues su vida amorosa durante muchos años fue una auténtica montaña rusa (tras un marido que la maltrataba, pero que le regaló sus tres hijos, pasó por breves y/o intermitentes historias amorosas que la acompañaron en su camino de aplausos sin fin).
Fumadora compulsiva fue capaz de salir adelante de un cáncer de pulmón y otro de colon que no le restaron fuerza para compaginar su pasión por la profesión con su interés por el movimiento sindical y/o social del momento, así como su militancia en el Partido Comunista o de ideas cercanas a la izquierda más combativa.
El mundo sigue (Fernán Gómez, 1965), Las Ibéricas F.C. (Pedro Masó, 1971), Yo soy Fulana de Tal (Pedro Lazaga, 1975), La joven casada (Mario Camus, 1975), El día del presidente (Pedro Ruíz, 1979), Los gozos y las sombras (Moreno Alba, 1982), Las edades de Lulú (Bigas Luna, 1990) o Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto (Díaz Yanes, 1995) que le reportó su primer y único Goya en una noche en la que su sobrino Miguel se llevó el suyo a Mejor cortometraje de ficción y su hijo Javier a Mejor actor protagonista por Boca a Boca) fueron algunos de sus mejores trabajos en cine y televisión de 1960 a 1990. Una década, la de los 90, que ponía broche de oro con Airbag (Bajo Ulloa, 1996), Carne Trémula (Almodóvar, 1997) y Abierto 24 horas, una sitcom para Antena3 que aún recordamos con mucho cariño.
Entrada ya en el nuevo siglo, Bardem compatibilizó proyectos para Díaz Yanes y García Sánchez con su «No a la guerra» frente al gobierno de Aznar, su apoyo a las mujeres o a Palestina como principales defensas sociales o la presidencia de AISGE durante 16 años. Unos intereses que la acompañaron hasta que fue ingresada por una enfermedad pulmonar en la madrileña Ruber. Un adiós que nos llegaba sin más alharaca que la despedida viral, en redes sociales, de sus amantísimos hijos (Carlos, Mónica y Javier) que siempre estuvieron allí cuando a su madre no le sonaba el teléfono y su «pensión de mierda» no le llegaba para nada. Una cómica de raza, andaluza sin acento, generosa compañera cuyo talento, familia y puño en alto fueron los motivos por los que jamás dejara de mirar al frente. ¡Qué grande la Bardem!