Las talentosas y portentosas Kristen Stewart y Jessica Chastain protagonizan los dos estrenos más controvertidos, radicales y dispares entre sí de este fin de semana. En un mundo donde el cine protagonizado por mujeres supone sólo un diez por ciento de las producciones, Personal shopper y El caso Sloane se presentan como perfectos ejemplos de cine inteligente, maduro y de género de forma vibrante y única.

Personal shopper, último trabajo de Olivier Assayas (Después de mayo, Los viajes de Sils Maria) cuenta la vacua existencia de una joven americana en París que se dedica a vestir a una celebridad mientras espera una señal del Más Allá. Pero lo que empieza como una errante narración sobre el vacío existencial de una joven incapaz de vivir plenamente, se convierte en pleno cine de género, un thriller psicológico entre el terror y lo paranormal sin renunciar a una clara vocación de poética visual mientras Kristen Stewart brilla con una solvencia interpretativa apabullante. Así, esta desesperante fábula sobre la soledad y el recuerdo se convierte en uno de los dramas más estimulantes de la temporada con una estética brumosa y abigarrada que permite que nada sea lo que parece y que toda su belleza y ostentosidad –perfecta metáfora de un mundo dominado por el poder de la imagen- sean el revulsivo preciso para ocultar un grandísimo secreto.

En las antípodas de esta personalísima historia sobre los infiernos del alma, se sitúa El caso Sloane, mucho más que una simple película en contra de las armas. Porque, como hacen las buenas obras, parece que habla de una cosa, pero en realidad habla de muchas más. Porque El caso Sloane no solamente trata de la mordacidad del capitalismo, del inmisericorde mundo de los negocios, del sexo de lujo, de la ostentación y el materialismo, de las miserias del poder político, de la ambición a toda costa y de la capacidad de ser este-tipo-de-personaje siendo mujer y reivindicando una feminidad y una belleza apabullantes y únicas. Y sin bien Jessica Chastain es la perfecta actriz que todo lo logra resulta un poco demasiado milimetrada para ser creíble. Demasiado perfectita para ser tan perra. O tal vez juega a eso, a rompernos los esquemas desde ahí. Y lo logra. Con todo, su personaje produce la misma atracción y grima que el de Michael Fassbender en Shine: viajas con él por sus periplos y dramas, desprecias lo que hace pero admiras su inteligencia y amas su aspecto… Te pone, como la vida, en el filo de la navaja. Para eso, John Madden (Shakespeare enamorado, La verdad oculta) tira de manual de cómo hacer una película impecable y ahí lo tiene: un filme sobre el lobby armamentístico de Estados Unidos y todos los millones de dólares, votos y conciencias que es capaz de mover. Casi na’.

Posted by:Belén Ester Casas

Friki de Star Wars y de Bergman, de Sexo en Nueva York y de Sergio Leone. Sí, es posible. Resumo la historia del cine en tres palabras: Ford, Hitchcock y Spielberg.

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