Si creíamos que Christian Bale o Matthew McConaughey eran los reyes del cambio físico en Hollywood, Zac Efron adelanta por la escuadra porque lo suyo también tiene mérito. Ahora, se convierte en el más mazado del barrio gracias a la comedia The Iron Claw en la que dará vida a un famoso luchador americano. Atrás quedaron sus problemas maxilofaciales domésticos.
El último gran bombazo del actor de High School Musical nada tuvo que ver con cine y sí con la transformación que había sufrido su cara que, como pasó con Renée Zellweger, le dejaba casi irreconocible. Superado ese momento y explicando que lo suyo nada tenía que ver con una cirugía estética y sí con unos músculos maseteros descontrolados tras un fuerte golpe, Zac Efron nos demuestra que lo suyo es seguir demostrando que es más que el chico bonito de esas pelis para adolescentes tan comerciales, estrenando músculos cincelados en el gimnasio, un cuerpazo por el que muchos ya babean.

Una metamorfosis a base de hierros y muchas horas con entrenador personal, mientras ya rueda a las órdenes de Sean Durkin una especie de biopic sobre la familia Von Erich, familia de luchadores por todo Estados Unidos conocida que revolucionó la World Class Championship Wrestling. Un Zac Efron bien mazado metido en las carnes prietas de Kevin Von Erich, hoy el único superviviente de la saga, y que siempre personificó el papel del típico muchachito granjero del Medio Oeste americano, cuya honestidad y dignidad le hacían enfrentarse a las malas artes de las tretas de otros luchadores, los heels o rudos, en espectáculos para amantes de la lucha y de los shows más homoeróticos, sin pretenderlo.


Un look ochentero que ahora asume Efron, como poseedor del relevo de esta familia de fuertudos, que ha obligado a los más avispados de la sala a tener que convertirlo en carne de meme para diversión de los tuiteros de medio mundo. Comparaciones con He-Man, Lord Faquaard (Shrek) o, atención, una lesbiana vasca de libro. Imaginación no les falta, risas tampoco y las ganas de que se estrene esta comedia, pues tampoco. ¡Uff, Samur!