«Monstruosos. ¡Son monstruosos!”. Lo acaba de decir Javier Quesada, subdirector de esta revista, refiriéndose a los alumnos y profesores de la nueva Operación Triunfo. Otro típico comentario made in Quesada que no viene a cuento en medio del estrés del cierre de este Nº3 pero que, bendito sea, nos hace partirnos de risa. Todos tenemos monstruos. Todos. Los míos son pocos, la verdad, pero poderosos.
Monstruo número uno: la familia. Adoro a mi familia aunque tenga mis diferencias, pero son parte de mí, son mis defectos y mis virtudes. A veces entro en modo pánico porque pienso que no estoy lo suficientemente pendientes de ellos. E intento subsanarlo, con mayor o menor fortuna. Pero los quiero, por encima de todo, por encima de este proyecto. Casualmente —mira tú por donde—, el año que comienza será el año en el que, tras algunos intentos fallidos, yo también forme mi propia familia. A veces me vienen los monstruos y pienso que mi presente es sueño, pero no, no lo es. Mi presente es la primera gran verdad de mi vida.
Monstruo número dos: el trabajo. Adoro mi trabajo. Amo hacer revistas. Hace años (20, para ser más exactos), uno de mis mejores amigos (que también escribe en esta revista, pero con seudónimo, porque todavía tiene exclusividad) me dijo: “No te puedo traer a trabajar aquí conmigo porque no sabes nada de revistas”. No me enfadé. Tenía razón, pero yo quería vivir en Madrid con toda mi alma. Bueno, sí, me enfadé. Aún le guardo un pequeño rencor pero… ¡tachán! hoy sé hacer revistas y —dicho con humildad— soy su jefe. Mi monstruo presente es que esta revista que amo, Dear Magazine, no llegue a hacerse mayor. Pero al día siguiente, cuando la pesadilla se queda pegada en la almohada, me levanto y digo: claro que sí, DEAR sale y sale bien.
Monstruo número tres: la incompetencia. Nada peor que quien justifica constantemente su incompetencia. La incompetencia siempre acaba pesando en hombros ajenos pero, cuidado, tiene habilidades increíbles para ocultarse y dar gato por liebre… durante un tiempo, poco.
El comentario de Quesada es lo de menos, es la excusa para agradecerle su decisión de sumarse a este equipo. Tras muchos años en esto del periodismo (él diría, “muchos menos que tú, bonito”, en cabeceras con Elle, GQ, Vogue, L’Officiel o Forbes), mi gran amigo —no es nepotismo, es profesionalidad— y yo volvemos a trabajar juntos y eso se traduce en Dear Magazine Nº3. Señoras y señores, disfruten de este ejemplar. Hay mucho amor, mucho canalleo, mucho teclear y muchas risas. Y, ups, perdón: gracias Franco Noriega (tú sí que vales). ¡Viva Franco!