Qué complicado debe ser para un diseñador crear prendas, confeccionar looks que sabes que no todo el mundo podrá llevar, aunque quiera, porque la intolerancia sigue campando a sus anchas y aún hay sitios en los que vestir saltándose la norma puede ser, incluso, penado con la muerte. La nueva colección de Kim Jones para Dior tiene mucho de esto.
“Hay 40 países en el mundo que de vestir así podrían matarte”, explica el diseñador inglés. Y es que si hay una prenda que Jones vuelve a traer a primera línea, pero esta vez masculinizada, es la “bar jacket” que tan buenas funciones cumplió en el famoso New Look de Christian Dior y que ha llegado, también, para quedarse en el armario masculino. Para quedarse si nos dejan, claro. Pues con esta nueva colección, Jones da una clase magistral de tolerancia a todos aquellos que nos han hecho sentir mal por vestir de una manera y no de otra (la que se espera de un hombre) durante tantos años. Una estética arriesgada que feminiza las líneas de un hombre que no quiere entender de géneros, pues la belleza es lo único que pretende.
Chaquetas para un hombre moderno que se siente elegante, arriesga porque sabe que siempre va a ganar, y que a golpe de estampados, bordados, cuadros Príncipe de Gales y flores de seda, con las que salpicar jerséis, marca las directrices de un próximo invierno 2022 en el que nos sentimos muy masculinos, pero tremendamente sensibles a la vez. Estilismos que harán las delicias de los hombres más refinados sobre la faz de la tierra, que saben destacar la belleza por encima de cualquier otra tendencia. Prendas sobrias, muchas de ellas, para el día a día, con cortes perfectos y líneas que acompasan al cuerpo, en clara simbiosis con otras más especiales y que permiten a Jones elucubrar con un presente en el que no importa el qué dirán sino el vestirse bien, sin miedo y sin límites que estar obligado a cruzar.
Un desfile de lo más preciosista, tanto como un texto de Proust, que abraza a un hombre que quiere sacar su lado más delicado, más grácil (que queda más poético) para orgullo de un Christian Dior que debe estar dando palmas en los jardines del más allá en los que se encuentre.