“Vi tantas películas LGBTQ cuando era más joven, buscando desesperadamente respuestas… La mayoría de ellas fueron brillantes y estimulantes para el joven artista que quería ser, pero dejaron al joven que era pocas esperanzas. Suicidios, corazones destrozados, intimidación, ataques homosexuales… Love, Simon, en toda su seriedad, en toda su normalidad, muestra la lucha por salir del clóset, pero con una conclusión inspiradora para los adolescentes que la verán, porque no se sienten ‘normales’. Quizás esto les enseñe que, incluso si su vida no es tan privilegiada como la de Simon, pueden hacer algo al respecto”. Con estas palabras que no admiten ni un cambio de coma, explica el cineasta canadiense Xavier Dolan sus sentimientos tras ver otra de las pelis que siguiendo con la temática del amor homosexual entre jóvenes, augura un éxito de público y, por tanto, de taquilla y que se estrenará en España el próximo 4 de mayo.
Una cinta dirigida por Greg Berlanti en la que su protagonista es un chico gay (Nick Robinson) de 16 años que no se atreve a salir del armario hasta que se celebre el musical de secundaria. Su vida cambia por completo cuando uno de sus mails cae en manos inadecuadas siendo víctima de un chantaje: tendrá que ayudar a uno de sus compañeros de clase a salir con la chica que le gusta si no quiere que se revele su orientación y el nombre del chico con el que estaba hablando.
Hasta aquí podría parecer una película teen más pero la importancia de este nuevo título viene dada porque Berlanti sabe sacar el mayor jugo a la novela homónima de Becky Albertalli que no sitúa al personaje queer como uno de tantos papeles secundarios sino como el verdadero protagonista de la historia y por el que, además, un gran estudio como Twentieth Century Fox ha apostado (hasta entonces pocas historias gays hemos visto que hayan salido del circuito más modesto y underground).
Una película dirigida al público LGTB que cansado de verse constantemente representado por personajes tristes, estereotipados, oscuros avocados a lo peor, a la más dramática de las situaciones, encuentran en Love Simon, un chute de buen rollo y esperanza para consumir con sus amigos heterosexuales y todo está más que bien (¿alguno vez debería haber ido mal?).
Una cinta que no solo ha movido los recuerdos de un Xavier Dolan, sino también las ganas del actor Matt Bomer porque todo el mundo vea esta necesaria película, comprando todas las entradas de su ciudad natal (Spring, Texas) por un día e invitando a todo aquel que quiera verla gratis. Una iniciativa divertida en tiempos del “si es gratis, me apunto” pero que sirve de excusa más que perfecta para ver esta película contemporánea que no se ríe del débil sino que se encuentra apoyado hasta por sus padres (interpretados por Jennifer Garner y Josh Duhamel), que sabe cómo llegar a ese nicho en la audiencia tan necesitado de esperanza pero cuyo objetivo no es solo llegar solo a él (no es exclusivo de sino inclusivo) y que convierte en una película de fácil consumo y mensaje de amor, en tiempos en que el odio al diferente saca lo peor que llevamos dentro.
Una película de la que enorgullecerse (como bien sabemos hacer), una apuesta con la que por fin la industria potente, la industria valiente abre un nuevo camino a la hora de contar historias sin pensar tanto en la recaudación como en el verdadero estigma que sufren tantas y tantas personas por enamorarse de su propio género y que de haber sido realizada hace una década (o más), seguramente Xavier Dolan no habría tenido que mentir a su padre diciéndole que el póster de Ashton Kutcher que pretendía regalarle a su prima Stefanie era en realidad suyo. Cosas de la juventud… que tras Love, Simon se siente un poco más tenida en cuenta, respetada.