Jonathan Anderson vuelve a dar en el clavo. Atento a las últimas tendencias y a lo que gusta o no en el panorama visual 2.0, el director creativo de Loewe adopta al dibujo Totoro como parte de su nueva apuesta por llegar a un público de lo más millenial y variadito.
Pocas presentaciones necesita el espíritu Totoro, la gran estrella del Studio Ghibli que en 1984 irrumpía con fuerza en la cultura más pop, convirtiéndose por pleno derecho en icono de la animación nipona más universal. Hayao Miyazaki se encargaba de dar vida a Mi Vecino Totoro, hoy película japonesa de culto que nos contaba la historia de una familia y sus interacciones con un espíritu del bosque, el susodicho, en un Japón azuzado por la posguerra.
La historia ahondaba en la importancia de mantener la magia de la imaginación, el amor por la naturaleza y la entrega a la familia como los 3 ejes principales de una vida equilibrada que ha engatusado a un Anderson en busca de ese gancho de izquierda con el que ganarse al público y seguir manteniendo a la firma española en el candelero.
«Hay una inclinación natural por las emociones cálidas en este momento. Al pensar en una película que me haya consolado de esa manera –una película que hable a niños y adultos por igual– me viene a la cabeza Mi vecino Totoro. No es posible olvidar esta obra maestra de 1988. La historia de la amistad entre Mei y Satsuki junto al mágico Totoro y sus compañeros, los traviesos conejitos de polvo (los adultos no pueden verlos, solo aquellos niños que sienten amor por ellos), es verdaderamente conmovedora. Además, representa un acto de amor por parte del autor y del equipo de Studio Ghibli, la productora cinematográfica japonesa ubicada en Tokio responsable de animar y dirigir la película. Se trata de una producción artesanal que adopta la forma de una película de animación», explica Anderson.
¿En qué se traduce esta colaboración? Pues en una línea que, abrazando lo artesanal como común denominador, pone el foco en todos esos personajillos de Miyazaki tan queridos que corretean por camisetas, camisas, jerseys, perfectos, sudaderas, bolsos, bandoleras y marroquinería variada hasta convertirse en pequeños objetos del deseo para los más fashion victims del barrio, trendsetters de esta nueva temporada que se tiñe en tonos pastel y guiños de lo más inocente y familiar.