Quizá sea una de las asociaciones más conocidas de la era pop pero a la que pocos les gustaría pertenecer. En él nos encontramos a artistas, músicos y actores pero, teniendo en cuenta que todos ellos fallecieron a la edad de 27 años, ya entenderás el porqué de nuestra resistencia a engrosar su lista de miembros. Una suerte que no ha corrido, el actor Harry Hains, al que tristemente perdimos hace un par de meses.
“Mi hermoso hijo murió. Tenía 27 años y el mundo a sus pies. Pero, tristemente, luchó contra una enfermedad mental y la adicción. Una brillante chispa que lució con fuerza en muy poco tiempo… Te echaré de menos, Harry, todos los días de mi vida”. De este modo se despedía su madre, la actriz Jane Badler (¿recuerdas a Diana la de V?) del pequeño de sus dos hijos.
Motivos que sólo sabían sus más allegados y que, gracias a Badler, se vuelven a situar a pie de pista, poniendo de manifiesto la importancia de los trastornos mentales en una sociedad que no siempre los entiende (y los atiende) y a los que se da con frecuencia la espalda. Diagnósticos con los que es difícil convivir y, más, en un momento en el que se valora en alza el estar bien o el estar sano porque no tenemos tiempo para empatizar con el enfermo.
Hains fallecía de intoxicación por fentanilo, un opioide sintético parecido a la heroína y que Hains usaba para mitigar el dolor. Un triste final para este joven guapo que habiendo nacido hombre nunca se sintió del todo como tal («sé que he nacido hombre pero no creo que represente lo que significa ser un hombre») y que como actor nos deja una carrera que empezaba a rodar y que en películas como Hallucinogen o The Surface; series como American Horror Story, The Deleted o The OA o cortos como Day Driver, Lulu, Groupies o A commercial interlude ya auguraban una fulgurante vida de estrellato. Una vida que se trunca y un encuentro con Jimi Hendrix, Janis Joplin, Robert Johnson, Jim Morrison, Amy Winehouse o Brian Jones como nuevo miembro de un club nocional puro arte y fantasía.