Pocas marcas hay más reconocibles en el mundo entero que Lacoste. No cabe ninguna duda que aquel capricho del tenista René Lacoste al que la prensa apodaba “el Cocodrilo”, supo convertirse en realidad, sacando provecho de las victorias en la pista y abriéndose camino en una industria deportiva aún en ciernes. 94 años, nada más y nada menos, desde aquel primer polo de piqué L.12.12 que supuso un punto de inflexión para la moda del hombre que se desquitaba de formalismos.
Una carrera en ascenso la de esta firma francesa que después de 15 desfilando fuera de su ciudad natal, vuelve al país que la vio nacer para presentar su colección primavera/verano 2018 en torno a una pista inaugurada por Monsieur Lacoste hace 85 años. Un carrusel de nuevas propuestas amparadas por el buen hacer del diseñador creativo de la marca, Felipe Oliveira Baptista que sigue manteniendo su hoja de ruta atlética, deconstruida y con el logo por orgullosa bandera.
Una nueva temporada estival que muestra su pasado, presente y futuro en looks para el día a día y que se saborean con regusto vintage. Con una estética que juega en liga retro, el portugués Oliveira vuelve a hacer hincapié en los polos como básicos indiscutibles que ya sea en su versión más clásica o transgresora abren paso a las sudaderas tipo cricket, los blazer doblemente abotonados, las parkas, las chaquetas deportivas a la moda oversize y a los locos prints fantasía o simplemente rayados.
Mangas elásticas, shorts a lo Mcenroe, rodillas articuladas, pantalones denim rectos, alguna que otra transparencia a modo de redecilla y total looks que recuperaban el chándal de toda la vida pero en su versión más ochentera, demuestran que no solo Lacoste está a la orden del día sino que su moda es y será la preferida de ese gran público que quiere ir cómodo pero sin dejar de lado ese french style tan cool que al vestir de Lacoste nos queda inoculado. No hay duda que la vuelta a la capital les ha hecho volver al origen.