Pasamos del centro y de su locura prenavideña para coger transporte público, Cabify, coche particular o moto y plantarnos en Alpedrete, uno de los pueblitos con más historia de la capital donde, además, se encuentran los dominios del chef Fernando Limón o lo que es lo mismo el restaurante La Sopa Boba, pura ida de olla gastronómica con vistas a la sierra.
Solo necesitamos de un día libre para dejarnos caer por La Sopa Boba, un negocio moderno e innovador cuyo éxito se lo debe al chef Fernando Limón, una especie de Dabiz Muñoz, pero mucho más macarra.
Un restaurante localizado en plena sierra del Guadarrama donde la cocina típica española se enfrenta a potentes brochazos asiáticos a golpe de materias primas como pocas y unos emplatados que parecen verdaderas obras de arte, que da pena hasta comerse.
Un lugar al que peregrinar si quieres un giro argumental culinario de lo más disfrutón, en un marco lleno de color y con una carta presente bien creativa para esos paladares que ya están de vuelta de todo.

Porque si La Sopa Boba te parece, en un primer momento, de lo más original, comienza a probar platos como su bombón de aceituna y vermú, el rollito vietnamita de edamame con mahonesa de algas, su salmón salvaje de Alaska marinado y ahumado en cafetera, el ramen de alga nori, gyozas de gambas al ajillo con migas de tempura y salsa de yuzu y miso, su anguila teriyaki con kimchi de callos vieira envuelta en panceta de cerdo ibérico con enoki y huevas de trucha, su morcilla de calamares en su tinta con clara frita y yema encurtida, su ravioli de kokotxa de bacalao con morro de cerdo ibérico, el pez mantequilla con salsa XO y espagueti de tinta de sepia, el jarrete de cordero al curry verde o sus burguesas con puré de mango, que pueden llegar a obsesionarnos. De postre, pídete la maceta de chocolate con regadera de maracuyá y gelatina de cereza, que hará sacar tu lado más infantil, tan necesario en este momento de crispación social, del que nos merecemos un respiro. Coman y no piensen en ora cosa.