La industria de la moda siempre ha jugado con la frontera entre géneros, reforzando la identidad de los sexos, fusionándola, diluyéndola… Por lo que resulta natural que ahora haga suya la causa transgénero y reivindique su normalización a través de las plataformas que tiene a su disposición: las pasarelas, la publicidad y el mundo editorial. La moda tiene unos engranajes muy particulares. Su devenir no es lineal. Estéticamente no existe un proceso evolutivo claro por el que podamos adivinar cómo será lo que se vista dentro de una década, porque si por algo se caracteriza es por sus continuas reinterpretaciones del pasado y sus saltos radicales hacia el futuro, todo de forma simultánea y un tanto desconcertante. Aunque también es cierto que a lo largo de su Historia han existido momentos, hechos o movimientos disruptivos que cambiaron las reglas del juego de forma trascendental y definitiva: la eliminación del corsé por Chanel, el cambio de la silueta femenina que supuso el new look de Dior, la introducción de la minifalda por Mary Quant, el triunfo del minimalismo a finales de los 80, o la consagración de la diversidad étnica en la moda gracias el Efecto Obama, por nombrar algunos. Después de la normalización de la presencia de modelos de todas las razas en la pasarela, las páginas de revistas y las campañas publicitarias, tocaba abordar otro tema no menos acuciante: de la diversidad de género. A pesar de que los requerimientos de sensibilidad estética hicieran de la moda el Olimpo del colectivo gay, donde podían ser y mostrarse sin miedo al rechazo o la censura, aún quedaba la asignatura pendiente de la reivindicación del colectivo transgénero. Es complicado datar con exactitud dónde nace el compromiso del sector con la causa, pero sin duda la aparición de Caitlyn Jenner en portada de la edición de junio de 2015 de la edición americana de Vanity Fair puede considerarse un momento decisivo. El otrora deportista de élite Bruce Jenner rompía así todos los rumores que su proceso de reasignación de sexo habían ido suscitando desde mucho tiempo atrás. Jenner afrontó con valor a sus 65 años el paso más decisivo en su vida personal exponiéndose abiertamente a la opinión pública y atrayendo el interés y la admiración del sector de la moda, no sólo por ser parte de unos de los clanes más mediáticos del momento, las Kardashian, sino por su potencial como icono para mujeres y transexuales de todo el planeta. Jenner tenía claro que su historia no tendría la fuerza que demostró de no ir acompañada de una puesta en escena donde la moda jugaría un papel esencial. Tras esta portada, firmada por Annie Leibovitz, vendría el momento decisivo que la podría encumbrar como un referente. Tenía que poner en pie un auditorio con los más altos representantes de un sector profundamente sexista, el deporte. En julio de 2015 recogería el galardón Arthur Ashe al Valor que cada año otorga la cadena de televisión americana ESPY. Su discurso fue inspirador y se convirtió en viral. Su aspecto demostró estar a la altura de sus palabras y dejó su imagen grabada en la retina de todo el mundo. Para la ocasión, Jenner se decidió por un elegante vestido blanco de Atelier Versace, aconsejada por Jen Rade, estilista de estrellas como Angelina Jolie. “No había sentido tanta presión como la que sentí para elegir esta ropa. Chicas, ahora las entiendo: el cabello, los zapatos, el maquillaje… estoy exhausta. Policías de la moda, por favor, tengan piedad”, dijo entre bromas. Conocedora de la importancia de su imagen en su nueva vida, Catlyn se ha apoyado en diversos expertos a la hora de vestir en sus apariciones públicas y mediáticas, como la célebre Patricia Field, gurú de la moda que saltó a la fama como estilista de Sexo en Nueva York. Su primera gran campaña publicitaria llegó a principios de este año de la mano de la firma cosmética MAC como imagen de su propia colección de maquillaje. Puede parecer revolucionaria la aparición de una persona transgénero en una publicidad de una compañía del calado de MAC, pero hay antecedentes, si bien el hecho de que la modelo elegida fuera transexual es algo que sólo ha trascendido ahora, cuatro décadas después.

Tracey Africa Norman fue descubierta por el mismísimo Irving Penn que la fotografió para las páginas de Vogue Italia. Corría 1975 y la transexualidad era algo reservado a la contracultura. Las actrices Holly Woodlawn y Candy Darling eran la cara visible del colectivo dentro de la Factory de Andy Warhol. Darling fue la musa de la banda de protopunk The Velvet Underground. Lou Reed se refería a Woodlawn cuando decía “He was a she” en la canción Walk on the Wild Side. Pero aún no era el momento propicio para que un transexual se labrarse un camino profesional sin caer en la polémica e, incluso, el escándalo. Por eso Tracy Norman prefirió desarrollar su carrera sin revelar su condición. Penn estaba entusiasmado con su hallazgo. “¡He descubierto a la próxima Beverly Johnson!”, exclamaba en la primera sesión fotográfica que hicieron juntos. En poco tiempo se convirtió en modelo de Balenciaga, luciendo costura dos veces al día en el showroom parisino para las más distinguidas clientas. Su gran logro, sin embargo, fue dentro de la industria de la belleza, al conseguir un contrato en exclusiva con Avon y otro para ser imagen del tinte Nº. 512, Castaño Oscuro, de Clairol. Miles de mujeres emulaban a Tracey sin saber su condición trans. Desafortunadamente, tras conocerse que había sido un hombre, la industria la condenó al ostracismo durante décadas para hoy rescatarla, a sus 63 años, como absoluta protagonista de la nueva campaña de Clairol: Color As Real As You Are. Otras modelos transgénero han ido abriendo el camino: April Ashley posó en las páginas de Vogue hasta ver interrumpida su carrera cuando su condición transexual fue expuesta en 1961 en las páginas del Sunday People. La primera modelo que no ocultó su transexualidad fue Teri Toye, que hizo un brillante debut abriendo el desfile de Stephen Sprouse en 1984 y que continuó su carrera trabajando para grandes firmas como Gaultier o Chanel. Pero quizá la más conocida sea Caroline Tula Cossey, entre cuyos hitos se cuenta ser chica Bond y la primera mujer trans que posara para la revista Playboy. El sector editorial rompió una lanza a favor de la causa cuando el grupo Condé Nast realizó un especial Trans America en el que sus cabeceras de referencia dedicaron reportajes a las principales figuras contemporáneas del colectivo transgénero, como la tenista Renée Richards, el activista Chaz Bono (hijo de Cher), la actriz Laverne Cox, la primera luchadora de artes marciales mixtas Fallon Fox o modelos como Andreja Pejic. Desde entonces, portada a portada, se ha ido forjando la estructura de visibilidad sobre la que construir la normalización social del colectivo. En abril 2016 protagonizaba la portada de la edición alemana de Men’s Health el modelo Ben Melzer que declaró que su objetivo era “mostrar al mundo que los hombres transexuales somos chicos normales”.

Por su parte, la edición británica de Elle lanzó su número de septiembre de 2016 con varias portadas para coleccionistas, siendo una de ellas protagonizada por la americana Hari Nef, la primera modelo transgénero en salir en una campaña para la línea & Other Stories de H&M, la primera en desfilar para Gucci y la primera en convertirse en imagen de L’Oréal Paris. Por su parte la brasileña Valentina Sampaio ha llegado a lo más alto de la moda al protagonizar en marzo de este mismo año la portada de Vogue Paris, que anunciaba en Instagram: “Este mes estamos orgullosos de celebrar la belleza transgénero y cómo modelos como Valentina Sampaio, que posa para su primera portada de Vogue, están cambiando la faz de la moda y destruyendo prejuicios”. Lo mismo ocurre con Andreja Pejic cuando, este mismo abril, saltó, en todo su esplendor, a la primera de otra revista masculina. “Yo diría que esta portada representa mi tan esperada venganza de todos aquellos chicos que no querían que nos cogiéramos las manos en público cuando estaba descubriendo el amor”. Un sector como la moda, que siempre ha abrazado la singularidad y ha apostado por modelos que han roto los cánones establecidos, no es de extrañar que haya acogido gozoso a modelos como Casil Macarthur, Avie Acosta, Stav Strashko o Vincent Beier, que han brillado con luz propia en los desfiles para el próximo otoño/invierno de firmas como Saint Laurent, Calvin Klein, Marc Jacobs, Coach o Proenza Schouler. Los directores de casting han puesto especial énfasis en la inclusión del tercer género en sus selecciones, lo que hará que los engranajes de la industria se pongan en funcionamiento y que la presencia de estos chicos y chicas protagonicen cada vez más editoriales de moda y se prodiguen en las campañas de temporada de las distintas marcas. Y aunque las tallas grandes no gocen del glamour y el brillo de las pasarelas internacionales, no hay que olvidar que son una importante parte de este sector que mueve millones. Sus maniquís no gozan de la popularidad de las supermodelos como Gigi Hadid o Kendall Jenner, pero ahí están, y entre ellas Shady Neary, la primera modelo trans de tallas grandes que ha protagonizado una campaña importante de una firma como Coverstory. Porque una vez más se demuestra que la moda va de sueños, y los sueños no entienden de raza, peso o género.

Texto: Agustín Velasco

Ilustraciones: Ignacio Lobera

Posted by:Redacción Dear

Todos los hombres están en Dear. Todos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *