Acabo de recibir la foto _MG_2290. Me la envía desde Los Ángeles el fotógrafo Bernardo Doral, amigo desde hace diez años y compañero en decenas de reportajes para revistas importantes. Nos conocemos tan bien que apenas necesitamos una comida y unos pocos whatsapp para dar forma a esta portada, la primera de Dear Magazine. En general, yo soy muy de fechas simbólicas, de aniversarios especiales, de cifras redondas. Desde hace días me rondan varias por la cabeza. Por ejemplo, el pasado enero se cumplieron veinte años de mi aterrizaje en Madrid, procedente de mi verde planeta Asturias, cargado de ilusión y energía. Y eso, quieras o no, obliga a hacer balance. Tuve la suerte –tras mucho periódico y emisora de radio de provincias– de entrar en la capital a lo grande al ser elegido por Joyce, la que sigue siendo la revista más elegante de este país. Aprendí lo que era hacer televisión de calidad en Canal+. Le di fuerte al séptimo arte en Cinemanía. Después salté a Elle donde profesionalmente crecí un abismo gracias a la confianza de la directora de aquella época: “Very Fru”, me decía cada vez que le gustaba lo que le entregaba. Años después me sometí a un cambio de sexo editorial y dejé el universo de las femeninas para adentrarme en el de las masculinas, dos letras: GQ. Veinte años en total. Casi nada. Pero… ¿qué he aprendido en todo este tiempo? Latín.
Primera declinación. Rosa, rosae. Afirmaciones. El periodismo está en crisis: verdadero (aunque si cambiamos la palabra crisis por evolución tampoco pasa nada). Las revistas tienen los días contados: falso. Internet es la panacea: sí… pero no. Existe un exclusivo grupo de prohombres (y promujeres) al frente de grandes grupos editoriales (americanos, claro está) que saben cómo va a evolucionar el sector: ni de broma. El bandazo es parte del menú del día. Lo que hoy es negro mañana es blanco, y aquí no pasa nada. Conclusión: qué divertido sigue siendo formar parte de este invento que, básicamente, consiste en ejercer de médium entre lo que viene y va a ser especial y tú, querido lector. Divertido y, por momentos, agotador. Pero… ¿quién dijo miedo? Aquí seguimos, con ilusiones y energías, más que intactas, renovadas.
Segunda declinación. Dominus, domini. Sobre lo gay. Otra fecha: 15 de enero de 2017, aka el año de los cambios. “Queremos lanzar una revista de estilo de vida para gais y queremos que la dirijas tú”. ¡Ups! ¿Yo? “Sí, tú”. Y entonces la cabeza empieza a dar vueltas, muchas, mil revoluciones por minuto. OK, soy gay, una persona absolutamente orgullosa de su condición, pero ¿qué necesidad tengo yo de hacer una revista de estilo de vida y alta gama gay? Lo del estilo de vida y la alta gama lo tenemos controlado, cero problemas, ¿pero para qué meternos en semejante embrollo si nuestra condición sexual jamás ha influido en nuestra profesionalidad? Días pensando… Dale. Sí. ¿Por qué no? Vamos a dirigir, pero vamos a marcar una línea editorial muy clara en la que el sexo no será el reclamo. Que sí, que las We Party y demás derivadas están muy bien, pero a nosotros no nos interesan. Y luego se despertó la posibilidad de una dulce venganza que dice así: si las revistas masculinas que se editan en España hacen gala de una sacrosanta heterosexualidad, tan irreal como rancia, hagamos nosotros una revista masculina –que quiere decir para hombres– en la que quepan todos los hombres, y cuando decimos todos queremos decir: to-dos. Si eres gay y las masculinas oficiales no te tienen en cuenta, abierta y directamente, estás de enhorabuena: aquí tienes Dear Magazine. Si eres hetero y pasas olímpicamente del movimiento #heterochungo estás de enhorabuena: aquí tienes Dear Magazine, una revista en la que no te haremos de menos.
Tercera declinación. Dux, duces. Gracias. Gracias por todo el apoyo y el amor que hemos recibido en los últimos tres meses. Crear y lanzar una nueva cabecera es complejo, porque hay días difíciles en los que piensas que todo va a salir mal, pero al siguiente, de repente, aparecen dos o tres ángeles de la guarda que te ayudan a seguir y te dicen, continúa, vas por buen camino. Gracias a los muchos, muchísimos, ángeles de la guarda que se han conjurado en torno a este proyecto; la profesión entera quiere que esto salga bien (bueno, igual hay por ahí un par de almas oscuras que no lo quieren, pero bastante tienen con soportarse a sí mismas). Yo necesitaré otra vida para agradecer todo el apoyo y el cariño recibidos. Prometemos, prometo, no decepcionar. Y ahora, cuando acabo de reenviar la _MG_2290 a nuestro director de Arte en Barcelona, la foto en alta resolución de nuestra primera portada, justo cuando estoy a punto de poner el punto final a mi primer editorial como director de una publicación pienso: venga, sí, merece la pena.
Todos los hombres están en Dear Magazine. Todos.