Y es que no hay festejo, guateque o chill que se preciara en el que no sonara uno (o dos) temas de esta diva boloñesa, nacida cuando aún Mussolini gobernaba en Italia y el mundo necesitaba más esperanza y magia que nunca. Un addio que nos pone tristes y más cuando hay tanta gente en la lista de espera para partir que se lo han ganado más a pulso que ella.
La estrella italiana nos dejaba hace unas horas tras sufrir una larga enfermedad que solo había querido compartir con sus más allegados. Una triste noticia que nos llegaba gracias a su expareja Sergio Japino y que nos cae como un jarro de agua fría en este lunes en el que seguimos consternados por la muerte de Samuel, joven matado a golpes en La Coruña por su condición sexual, que nos deja huérfanos y absolutamente vacíos.
«Raffaella nos ha dejado hoy a las 16.20 horas. Se fue a un mundo mejor, donde su humanidad, su inconfundible risa y su extraordinario talento brillarán para siempre», compartía Japino.
Bailarina, cantante, actriz, presentadora, icono… todo lo era, todo lo hacía bien y es que pocas estrellas de su época habían nacido con el talento que la Carrà derrochaba a golpe de cervicales sobre cualquier escenario del mundo y frente a personalidades como Sinatra, Mina o la Madre Teresa de Calcuta. Una 4×4 made in Italy que nos hizo olvidar hasta que Sophia Loren también venía de allí y que gracias a Lazarov y a Chicho Ibáñez Serrador abrió una ventana de alegría y color en una España que amanecía y se acostaba gris.
Una mujer fuera de lo común, sencilla y humana que chocaba con el divismo de otras compañeras y que hacía de ella una diva cercana preocupada por la actualidad y conectada con las nuevas generaciones. La eterna sonrisa que jamás se apagaba como tampoco lo hacían los brillos de esas mallas y vestidos cosidos al más puro y descocado estilo kitsch más ochentero mientras una España en transición, y con Lola Flores en cabeza, se descubría ante ella.
Un desembarco en nuestro país en programas como ¡Señoras y señores!, La hora de… Raffaella Carrà o ¡Hola Raffaella! que revolucionó a todos, la unieron con nuestro país de por vida y permitieron que la sintiéramos como nuestra. Una niña prodigio que fue capaz de flirtear con la 20th Century Fox, darle calabazas a Frank Sinatra, escandalizar al Papa Pablo VI con su ombligo mientras cantaba el ‘Tuca, Tuca’ y hacer más por la sexualidad de la mujer y por el colectivo LGBTIQ+ que todas las feministas y homosexuales juntos en una carroza.
Durante mucho tiempo, en Italia, se escuchaba aquello de que “nada es eterno… excepto la Carrà» y qué razón tenían pues a pesar de haberla perdido, ella seguirá siendo eterna y su música la mejor medicina para seguir festejando e ilusionándonos con la vida.