Por ella no pasan los años. Ha debido de hacer un pacto con el diablo porque lo suyo no es ni medio normal y es que hoy, que celebra sus 75 espléndidas primaveras, podemos decir que Raffaella no es solo un mito, una diva de esas que cada vez van quedando menos, sino historia viva del espectáculo mundial, tesoro compartido por Italia y España.

Nacida en Bolonia, en 1943, a la joven Raffaella María siempre le interesó el mundo artístico. A los 9 años se bautizó frente a las cámaras en la película Tormento del passato, a los 15 se matriculó como bailarina en el Instituto de Cinematografía, en los 60 hizo sus pinitos en Hollywood (podemos decir que Frank Sinatra fue su padrino) y de vuelta a Italia, en los 70, se coronó como la showgirl con la que todo el mundo quería contar. 5 años después desembarcaría en España para revolucionar con sus aires disco-pop frescos y desinhibidos a unos españolitos salidos de una gris dictadura y de ahí se confirmó su futuro como diva de la canción, como artista querida por todos.

A finales de 2016 y curtida en casi todas las disciplinas que una artista del escenario puede plantearse o soñar en algún momento de su existencia, se retiró para tristeza y desazón de todos lo que la seguíamos desde hace décadas, no sin antes marcarse un nuevo trabajo musical que acercaba sus temas de siempre al dance, colaboración con Bob Sinclair incluida.

A sus 75, retirada del foco y viviendo la vida, por fín, a su manera Raffaella Carrà es productora en Roma, un trabajo que sigue manteniendo la llama viva pero que dista mucho de aquellos bodys de lentejuela y vestidos fantasía que lucía actuación tras actuación. Un tiempo que guarda ya con cariño en su privilegiada cabeza, aún habiéndose machacado el cuello a golpe del movimiento melenil que la hizo tan famosa y que a día de hoy se lo siguen pidiendo allá donde vaya.

Una Carrà, diva gay al nivel de Streisand o Cher, que liberó a la mujer de los 70 que andaba más preocupada por afianzar su feminismo que por tomar como himnos las letras de la italiana que con un divertido y pizpireto descaro supo arrasar allá donde se lo propusiera conquistando el mundo con mucha chispa y su rubia melena. Y es que, ni ayer ni hoy hay una fiesta que se precie que no tire de cualquiera de los temas de la Carrà para levantar el ánimo del personal. Si la música de los 70 y 80 tiene ese puntito que tanto divierte al más fiestero, en Raffaella encontramos el alfa y el omega de lo que entendemos como espectáculo, buen espectáculo, una mujer incombustible, un unicornio universal.

Posted by:Bru Romero

La vida es una obra de teatro que no permite ensayos. Por eso, canta, ríe, baila, llora y vive intensamente cada momento de tu vida, antes que el telón baje y la obra termine sin aplausos.

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