Comer es un placer (ya lo decía aquel) pero la verdad es que hay sitios en los que ese placer se torna en una verdadera aventura de sabores de esos que te atrapan muy fuertemente y no te liberan hasta mucho tiempo después. En La Carlota pasa un poco eso y no hay mayor fantasía.
Situado en el barrio de Las Salesas, uno de los vecindarios más sofisticados y preciosos (para pasear con el perrete) de Madrid, nos topamos con este restaurante regentado por el chef Gian Franco Curzi, un talento forjado en Venezuela y exportado a nuestro país, que se encarga de darnos esa dosis tan necesaria en vena de cocina fusión, explosión de sabores y texturas sin fin. Un local de cuya cocina estructurada en cuatro estaciones, a imagen y semejanza de los restaurantes que el grupo de restauración tras La Carlota tiene en Caracas y en la isla de Aruba.
Un local ecléctico donde su decoración de ladrillo visto, bóvedas y tuberías antiguas , mármol, madera y graffitis (a cargo del artista El Rojo) con la firma del estudio Miami CGA Arquitectos no hacen otra cosa que casar a la perfección con una propuesta de lo más interesante y arrolladora para el paladar, una fusión internacional gastronómica con la que convertir el sentarse a la mesa en toda una fiesta.
Un lugar al que ir en peregrinación para probar sus croquetas de cabra o de callo, rollitos de primavera de pato, tataki de solomillo, bao buns de cerdo ibérico, calamares fritos con alioli de cítricos, burrata o ensalada de salmón pastrami, gyozas de ternera con puré de raíz de apio o de pato y cerdo ibérico rostizado, tacos de pez blanco acevichado o de atún spicy y dados de lubina o aguacate, arroz thai, solomillo crispy con salsa de ostra, risotto de porccini, pollo al curry, costillas chinas (430gr.), pulpo al grill, entraña de angus con shiso chimichurri, langostinos shiso o bacalao miso hechos en robata, crudo de foie con pera o de vieiras y manzana verde, makis a granel y tan variados como colores en una caja de Plastidecor, ceviches y tartares para los más sibaritas y unos postres que no son recomendables saltarse debido, en parte, a nutella fantasiosa o tiramisú en tres texturas.
Sin duda, una aventura que nos deja relamiéndonos de gusto y con ganas de más como tu daddy los sábados noche. El que se deja caer por La Carlota, repite.