Con la Palma de Oro del Festival de Cannes, al mejor guion, bajo el brazo llega a la sala oscura ‘Monstruo’, una cinta que, dividida en capítulos, estruja a una familia con el fin de que afloren algunos de los males de la sociedad nipona actual.
Cuando su hijo Minato empieza a comportarse de forma extraña, su madre siente que algo va mal. Al descubrir que un profesor es el responsable, irrumpe en la escuela exigiendo saber qué está pasando. A medida que la historia se desarrolla a través de los ojos de la madre, el profesor y el niño, la verdad va emergiendo poco a poco. Con esta trama, y a modo del ‘Rashomon’ de Akira Kurosawa, es decir, en episodios/capítulos, va desarrollándose esta cinta con la que Kore-eda trata de ir desgranando temas como el machismo, el alcoholismo, el maltrato infantil, el miedo de las instituciones a que duden de su reputación, las redes sociales, la incomunicación generacional o la pérdida de confianza de los padres en la comunidad educativa, que tanto siguen sacudiendo en Japón.
Un drama intensito y de lo más emocional protagonizado por Nagayama Eita, Kurokawa Soya, Hiiragi Hinata y Tanaka Yuko, que consiguen de un modo de lo más natural y auténtico que el público se enfrente a un argumento lleno de fuegos cruzados, para los que se presupone que no está preparado, mientras el devenir de la cinta llega, en algunos momentos, a asfixiar.
Sufrimiento en estado puro para aquellos a los que les encante salir tocados del cine, y para los que hayan seguido el trabajo de un Kore-eda (Nobody Knows, Still Walking y After the Storm) ferviente azote de esas lacras que a todos nos han tocado en algún momento de la vida, y que han hecho de la sociedad japonesa, una sociedad alienada, enigmática y abocada a lo peor como única liberación.
Sentimiento y sensibilidad a la manera de este virtuoso de la imagen con notas del célebre compositor Ryuichi Sakamoto, fallecido antes de su estreno, al que se le dedica este ‘Monstruo’ tan familiar como brutalmente oscuro.