Todavía hay profesiones que siguen estando ligadas a hombres o mujeres y que de ser ejecutadas/elegidas por el sexo contrario provocan cierta risa en el pueblo llano que aún sigue siendo falsamente tolerante y, absolutamente, poco empático. Si no, que se lo digan al actor Hugh Jackman que durante su adolescencia tuvo que lidiar con los insultos de su hermano que le llamaba “marica”. Muy bonito y delicado, ¿verdad?
Que ya bien entrados en el siglo XXI, tengamos que dar explicaciones sobre nuestros gustos y decisiones clama al cielo. Parece mentira que durante años no se hayan luchado por las libertades como para que todavía hoy, cuando cada uno debería trabajar en lo que puede o quiere, estemos coartados por lo que puedan opinar otros. Menos mal que en el caso de Jackman consiguió ponerse las opiniones ajenas por montera.
Durante muchos años y habiendo hablado con sus padre que pretendía dar clases de baile, puesto que uno de sus profesores le había dicho que tenía dotes para la danza, el australiano tuvo que soportar que su hermano lo llamara “marica”. El pequeño de 11 años no entendía cómo su hermano le insultaba por querer bailar. Después de que le explicara que “bailar era para maricas”, Jackman pensó que lo mejor era dejarlo.
Tras 8 años alejado de los escenarios, la llamada de las tablas surgió de nuevo. Sería cuando Jackman, su padre y ese mismo hermano que le había estado martirizando fueron a ver el musical 42nd Street. Durante uno de los intermedios, su hermano le pidió disculpas: “Dije algo muy estúpido hace años. Tú perteneces a este mundo”. Al día siguiente, Jackman aplicó para hacerse con un papel en la obra.
Muchas veces dejamos de hacer algo que nos gusta por la presión que supone el juicio que los demás tengan de ello. “En ocasiones nos gustan canciones que no gustan al resto; nos gusta llevar ropa que difiere mucho de los gustos de la gente que tenemos alrededor o, incluso, disfrutamos comiendo cosas que pueden parecer poco cool… A todo esto lo llamamos “placeres culpables”. Pero, ¿por qué tienen que ser culpables? Son placeres. Y para Jackman el placer fue convertirse en un artista que lo mismo se enfunda las garras de superhéroe que te baila a lo Fred Astaire en una entrega de los Tony o en un musical. Un Billy Elliot que casi nos deja sin su talento por un insulto que le alejó del camino al que estaba predestinado y al que volvió con más fuerzas. Lección de vida.