Tan denostados como deseados… ¿son nuestros pies verdaderos objetos del fervor más onanista y sexual? Siempre existieron las rarezas, aquellas situaciones que se escaparan a una supuesta (e impuesta) normalidad, a unos gustos que rozaran el escándalo y que, por consiguiente, nos costara confirmar pero el tiempo ha dado la razón a aquellos fieles de los pies como fetiche, de las plantas que soportan nuestro día tras día y de esos dedillos que en boca hacen salivar hasta el menos foodie del lugar. Pero ¿por qué?
Para aquel al que no le gusten o simplemente no le atraigan una de las partes más cuerpos con la misma cantidad de admiradores como detractores es un tanto complicado defender a los primeros pero el fetiche está ahí y no podemos por más que aceptarlo, de la misma manera en que se nos aceptan los nuestros. La atracción sexual por semejante zona ha sido un tema de discusión casi desde que el hombre es hombre y la mujer debía llevarlos cubiertos para no provocar que las hormonas del género opuesto se revolucionaran grado sumo. Habría también mujeres que dejarían a sus feromonas volar.
Han llamado la atención de Carlos Baute, Quentin Tarantino, Madonna, Ricky Martin o del mismísimo Luís Buñuel. De hecho, el cine de este último está plagado de momentos para mayor gloria de este fetichismo o, mejor dicho, parcialismo al tratarse de una fijación por algo vivo y no material, y solo hace falta ver Viridiana o La Edad de Oro para confirmar semejante gusto sexual. Quede dicho que a Buñuel no le gustaba que se confundiera su atracción por los pies con ningún tipo de perversión más allá de lo meramente poético.
La erótica del pie es un hecho ratificado no solo por estas celebridades sino también por la gran variedad de locales que conformados como clubs privados se encargan de celebrar reuniones solo aptas para amantes de lo podal en todas sus variantes. Podofilos (no confundir con pedófilos) unidos por un mismo vicio y un gusto más allá del convencional como único placer para los sentidos.
Una tendencia que la firma alemana de moda Weber + Weber Sartoria plantea en su última campaña, convirtiendo al impresionante modelo Elia Fongaro en entregada víctima a la perdición “peanal” (de peana, no se vayan a asustar). Un claro homenaje a los más parcialistas del lugar (recuerden que en este caso no son estrictamente fetichistas) y a esa filia por la parte de nuestro cuerpo más cercana al suelo y a la que Freud supo dar explicación, teniendo en cuenta la supuesta adoración que el hijo hubiera tenido por su madre. Una actitud que dejando huella durante la infancia en su posterior conducta sexual permitiría que esa adoración se transformara en deseo y de ahí en poco convencional excitación. Al fin y al cabo en el coito (y en determinadas posiciones), pies y… casi están a la misma altura visual. Será también por eso…