El Día de San Valentín vuelve a pasar un año más, dejando a su paso un camino tan azucarado y empalagoso que no podemos por más que tirarnos a las máquinas del gimnasio para intentar sacudirnos de encima toda esa capa de excesiva efusividad amorosa que nos obligan a compartir en redes y que nos ha dejado hinchados y sin saber qué hacer. Pero, la realidad suele ser otra. ¿Sabías que el 58% de las parejas homosexuales manifiestan que su pareja les ha sido infiel en algún momento? Ni Valentinos, ni Cupidos, ni hos…
Después de la resaca de pasión desmedida y bien comercializada que vivimos la jornada de ayer, en la que cualquier circunstancia parecía propicia para convertir la instantánea en un corazón (como hacía Paco León cuando imitaba a Anne Igartiburu convirtiendo en órgano del amor hasta un puré de lentejas o una chistorra de Soria), nos llegan los datos de la reciente encuesta realizada por la revista FS en la que se nos informa que el 52% de gays entrevistados han engañado a sus parejas y que en el 45% de los casos, sus parejas no se han enterado.
De los 961 encuestados, y quizá el dato que más podría llegar a asustarnos y convertirnos en una drama queen que ni Bette Davis o Jane Wyman en sus mejores dramas (y con razón), es que el 17% había llegado a contraer una enfermedad de transmisión sexual, de los cuales un 61% no creía a bien informar a su media naranja. Una medida cobarde como la que más que no impedía que sus rutinas más díscolas se repitieran continuamente, mientras sus parejas esperaban en casa esperando a ver el capítulo pendiente de Netflix.
Un comportamiento que también afecta a a casi el 40% de relaciones abiertas que han cruzado (con retorno pero sin ninguna comedura de tarro) los límites pactados para su vida en comunal con el único objetivo de darse otra alegría para el cuerpo más y no permitir que sus dotes sociales y amatorias decaigan. ¿Para qué hacerlo, verdad?
Desde la Organización para la Igualdad y los Derechos de la Salud y tras los datos obtenidos, su director ejecutivo, Ian Howley, ha vuelto a hacer hincapié en la necesidad de seguir haciéndose la prueba del VIH y de las ETS dos veces al año porque los datos atestiguan que no por estar en pareja se puede estar blindado a la enfermedad. Porque no hay más ciego que el que no quiere ver o el que no quiere analizarse por lo que pueda pasar/enterarse. Ser infiel, como estar enamorado, también tiene sus efectos secundarios.