Queridos lectores. Cada uno de vosotros os tomáis 46.3 litros de cerveza al año, botellín arriba, botellín abajo. Eso no quita para que algunos lo hagáis con cierto cargo de conciencia, por aquello de que nos hace crecer la barriga. ¿Es esto cierto?

Para empezar, tampoco os sintáis unos cosacos, que la media de consumo de nuestros vecinos europeos es de 65 litros por persona al año, según un informe de la asociación Cerveceros de España. O sea que en esto nos ganan. Y para seguir haciendo cuentas, una caña tiene solo entre 80 y 90 calorías, por lo que un tercio serían 170 aproximadamente. No parece mucho, ¿no? Ese aporte calórico también depende de la cerveza que te estés tomando. El alcohol tiene 4 kilocalorías por mililitro. Cuanta más graduación tenga tu botella, más engordará.

Entonces, ¿me va a salir barriga o qué?, te preguntarás. Analicemos en qué situaciones nos bebemos las cervezas. Alguna te tomas en casa, pero la mayoría son en el bar y acompañado de gente. Llega fresquita, con todas sus burbujas… y con un plato de panchitos o de patatas fritas de acompañamiento. Ahí tienes el problema. Si el aperitivo fueran unos berberechos o unos pepinillos en vinagre, tendrías un aperitivo healthy total y con muy pocas calorías. Eso sí, recuerda que por “consumo moderado” se entienden 200 ml. de cerveza, lo que viene a ser una al día (si eres de los muy cerveceros, ahora es cuando estarás llorando).

Pero, ay queridos míos, barriga sí que hay… La panza hinchada se debe al gas de la bebida. La parte buena es que esas burbujas no engordan, porque no pesa. Y eso vale para la gaseosa, el agua con gas… Tendrás distensión abdominal que desaparecerá con los gases… a no ser que te hayas tomado tres cuencos de nachos con salsa como acompañamiento. Entonces esa será barriga de la que se queda, con toda su grasa… Porque la próxima vez que te vayas de cañas el domingo, piensa que la cerveza abre el hambre y eso te impulsa a comer más cantidad.