“Una buena fotografía es aquella que comunica un hecho, alcanza el corazón y deja al espectador como una persona cambiada tras haberla visto. Es, en una palabra, efectiva”.
De esta manera tan profética hablaba el artista Irving Penn de la que sería la disciplina que le daría de comer durante casi más de 60 años y que el MET de Nueva York homenajea hasta el 30 de julio.
Poco podían pensar, en el hogar de los Penn-Greenberg, que su familia pudiera quedar para la posteridad al haber hecho posible que los hermanos Arthur e Irving llegaran a este mundo. El primero, dejándonos películas tan memorables como El milagro de Ana Sullivan (1962) y Bonnie and Clyde (1967) y el segundo, legando al mundo de la fotografía una vasta colección de imágenes que revolucionarían la fotografía de moda y el arte del buen retrato.
Hoy, movidos por el largo historial de instantáneas más que reseñables del mayor de los hermanos, Irving, y celebrando el siglo desde su nacimiento (un 16 de junio de 1917), el Museo Metropolitano de Nueva York se encarga de rendirse a su trabajo fotográfico con la exposición Irving Penn: Centennial, una de las muestras más completas hasta la fecha sobre la figura del americano. Más de dos centenares de obras, hoy ya joyas, encargadas de hablar por sí solas de lo que significó y sigue significando Mr. Penn tanto para la alta fotografía como para las temáticas más atípicas y/o de subgénero, encargadas de romper los estándares propios de una sociedad un tanto encorsetada.
Años de trabajo en los que la belleza hecha sensibilidad y juegos de luz y volumen tiñeron la trasgresión de un fotógrafo que fue escultor sin saberlo (o sí) que siempre fue más allá de un vestido, un bodegón o del propio personaje a enmarcar, provocando en el espectador una relación de psicología con la imagen frente a él. Desde las pomposas imágenes para revistas de moda a los más íntimos retratos realizados en el impostado rincón de su estudio y siempre con ese ojo clásico y controlado de quien sabe estar dejando un gran legado para la posteridad. Lo que digo, un profeta.