La intolerancia y el sinsentido vuelven a campar a sus anchas sin que podamos llegar a salir, del todo, de nuestro asombro o de la incomprensión propia del ser humano. Y es que si pensabas que lo habías leído todo, es que aún no conoces la historia Mack Beggs, joven transgénero de 18 años que puede ser considerado una de las promesas de la lucha libre universitaria en Texas. Hasta aquí, todo un orgullo y satisfacción, ¿verdad?
Pese a su éxito en la pista, Beggs no es un chico feliz y es que su condición de transexual no le permite competir en la categoría que él quisiera puesto que por partida de nacimiento sigue siendo mujer. Un hándicap que lleva con deportividad pese a que, además, desde que empezara su tratamiento de testosterona, hace un año, han sido muchos los padres de sus contrincantes que han tratado de que deje los combates acusándolo de dopaje. Unas inyecciones de hormonas (38 mg a la semana) que no podrían verse como una forma de estimulación ilegal, dado que han sido prescritas por su médico y con un objetivo, pero que en el terreno de juego sí que le otorga una clara ventaja frente a sus adversarias.
Un doble rechazo ante el que las autoridades de Texas se niegan a mediar ni a plantear alternativa por el momento, sucediéndose los constantes abucheos por parte del público, la negativa de algunas de sus rivales de luchar contra él y la negación de las autoridades competentes de cambiar las reglas básicas del juego que impiden que pueda luchar contra hombres.
«Lo que espero es que la gente se dé cuenta de que esto es estúpido y que deberíamos cambiar las reglas para adaptarlas a gente como yo», explicaba Beggs al Dallas News.
Tras haber cerrado un 2017 con un marcador a su favor (y récord) de 57-0 y haber vuelto a ganar el campeonato estatal hace unos días, la resignación de Beggs está siendo la clave para seguir bregando con esta situación insostenible e incongruente que espera solucionar (aunque no haya conseguido terminar la universidad como un hombre más) para enfrentarse a su sueño de competir y representar a Estados Unidos en los Juegos Olímpicos de 2020 en Tokio y 2024 en París.
Y con todo, solo nos queda preguntarnos… si en un tiempo en el que la lucha por la igualdad, la integración y la tolerancia siguen siendo uno de nuestros principales objetivos, ¿qué más necesitan aquellos que viven alejados de todo aquello que preocupa al ciudadano de a pie, en materia social, para dejar de creerse jueces y decidir sobre el futuro de otros?, ¿por qué poner las cosas tan difíciles?, ¿por qué hacer sufrir más de lo que ya se sufre?, ¿a quién se hace daño por sentir diferente al resto?, ¿qué mal les hicieron en otra vida para tener que devolver tanta obstinación?, ¿las normas y reglas no están para cambiarlas? Ya está bien, ¿no?