Cuatro días, la palabra ‘mariconez’ ha necesitado de cuatro únicos días para ser el tema habitual de cualquier mesa redonda, sobremesa dominical, patio de vecinos, corrillo en el Congreso de los Diputados y hasta hashtag viral en tu timeline más cercano. Una palabra tan amada como denostada (según el año en que hayas nacido) y que parece haberse convertido en el arma de TVE1 para ganarse un tanto por ciento de share extra para la última edición de Operación Triunfo que está siendo de todo menos triunfal.

La polémica con la palabrita de marras sucedió a la hora de repartir los temas que los concursantes cantarían en la siguiente gala. María y Miki recibían el temazo Quédate en Madrid de Mecano y 24 horas después pedían encarecidamente que el autor de la misma (Jose María Cano) diera luz verde a un pequeño cambio. Según los aspirantes a cantantes, en la frase “Siempre los cariñitos me han parecido una mariconez”, la palabra “mariconez” ofrecía una connotación de lo más homófoba y, por tanto, cambiarla por “estupidez” no les parecía un atentado contra la cultura pop de este nuestro país. ¿No hubiera sido más fácil cambiar de canción? No, si no… ¿quién hubiera hablado de ellos?

Pues bien, expuesta la plegaria y no siendo atendida por el maestro Cano (ni por Ana Torroja que ardía en las redes como primera víctima de este amago de censura 2.0), el debate estaba servido. Muchos (la generación más cercana al grupo de los 80) aplaudían la decisión del compositor de no cambiar “ni una sola coma de la canción” y, por otro lado, los más jóvenes del patio, los millenials censuraban el vocablo al sentir la ofensa de todo un colectivo sobre sus espaldas, en vez de dejarse de bobadas, endurecer un poco esa piel tan sensible de la que se jactan y que obliga a que estén 24/7 ofendidos por todo aquello que pueda insinuar un atisbo de agresión.

Pero, ¿hasta qué punto es necesario tener que cambiar la letra de una canción escrita en un contexto porque traída a nuestros días pueda alterar el orden lógico de la ética actual? Si hay algo que nos enseñaron los 80 (la canción fue lanzada en 1988) es que la naturalidad debía preponderar por encima de cualquier ida de olla personal. Todo valía, nadie se sentía ofendido y cualquiera se sabía reír de sí mismo porque la transgresión era esa… usar términos que sacados de contexto podrían ser catalogados de insulto, falta de respeto o similar pero que nada tenían que ver, ni de lejos, con el significado que estas cabecitas malpensantes pretenden otorgarles en la actualidad para ganarse la medalla de oro al buen buen ciudadano.

Una batalla perdida que no se cobra muertes en el camino y sí una pequeña intención de golpe de Estado nivel usuario (fallida) por parte de dos jóvenes que jamás podrían llegar a interpretar como debe ser un tema musical si no entienden el contexto del mismo. Una labor de artista que más allá de caer en el recurso fácil de ganarse el favor del público al defender a un colectivo que está a cosas más importantes y que usa más veces la palabra “maricón” que mariconeces pueden llegar a sucederse a lo largo del día, sabe hacer correr por su garganta el sonido de un grupo que ha hecho más por el movimiento LGTB que Cher o Raquel Welch por la industria de postizos capilares.

Aún con todo esto, ¿deberíamos replantearnos a largo plazo como nueva Santa Inquisición la reescritura de canciones, obras literarias, frases hechas que supuestamente dañen a una persona o personas? Mejor será que nos relajemos, que bajemos un poco las espadas y que no mezclemos ningún tipo de alcohol… no vaya a ser que, en el camino, nos volvamos maricones. La culpa será siempre del stereosexual. ¿Nos parece mal también esta palabra? Que vuelva Mecano y no se hable más.

Posted by:Bru Romero

La vida es una obra de teatro que no permite ensayos. Por eso, canta, ríe, baila, llora y vive intensamente cada momento de tu vida, antes que el telón baje y la obra termine sin aplausos.

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