Nos asusta pensar que los niños de España pedirán a sus padres estas Navidades un mejor móvil o una cámara réflex último modelo para desarrollarse como influencers. Es la “profesión” de moda y si un tweet de Cher se hace viral en las redes sociales, cómo no lo va a hacer el de una chica o chico que se autoproclama sabedor de todo y de nada, garante de lo que está in y lo que está off y experto en la última tendencia como si de un hashtag se tratara. Menos mal que tenemos a Custo Dalmau y a Carolina Herrera que se han convertido en auténticos vengadores de la justicia fashionista.
«Algo de aspiracional hay en las redes sociales, pero lo de las influencers es un bluf. ¿Pero qué va a saber una chica o un chico de 20 años que ni ha estudiado ni se ha dedicado a nada?”. Con estas palabras explicaba el diseñador catalán Custo Dalmau su opinión sobre este oficio que arrasa desde Madrid o Barcelona a Soria y pueblos de alrededor. Una opinión que levantaba ampollas entre aquellos que prefieren dejar los estudios a un lado (¡estamos generalizando, Dears!) para móvil en mano y la última mascarilla del Lidl en el pelo (cortesía de los supermercados) sentirse modelo y no dejar ni una esquina sin fotografiar con los trapos y accesorios que le han ido enviando.
Unas declaraciones a las que ahora se suma la venezolana Carolina Herrera que nada más cerca de ser polite arremete contra los más canaperos de la sala confirmando lo que ya sabíamos, que «no tienen estilo, se ponen lo que les dan».
Según explicaba Herrera, al encontrarse durante una jornada de desfiles con un grupo de estas chicas, se giró y preguntó qué hora era (era por la mañana). Uno de sus ayudantes le respondió que por qué preguntaba eso, a lo que ella contestó: «¿Por qué todas estas niñas están vestidas de noche? Todas de vestido de tul, una con una tiara de brillantes, otra con vestido largo, a las diez de la mañana. Bien, ¡perfecto! Estas supuestamente son las influencers que te van a ayudar a vender tus colecciones. Estas chicas salen del desfile y se cambian inmediatamente para irse al de Michael Kors o el que sea». Una anécdota que plasma muy a la perfección el sentir de muchas marcas (y muchos clientes) pero que por miedo a los comentarios en contra y crítica de los adeptos de estas influencers y de los mismísimos influencers (muy del rollo de las opiniones que dejas en Tripadvisor o Booking) no se atreven a dejarlos/as de invitar a sus desfiles y eventos varios.
Una decisión que cortaría de lleno con esta intromisión, permitiendo que solo los mejores, los que verdaderamente tuvieran algo que decir (que haberos, haylos) se quedaran. Porque no todos son “el estilo de la moda y sí el estilo del dinero”. Y a la señora Herrera no le vamos a llevar la contraria.