No hay verano sin gazpacho ni San Isidro sin sus rosquillas. No es una frase hecha o una expresión castiza, sino una frase que me acabo de inventar para explicar la necesidad de tener un buen arsenal de pequeños pecados dulces cuando llega la fiesta del patrón de Madrid (que, también, es de los agricultores). Pero, ¿dónde encontrar las mejores?

Tontas, lisas, claras, de Santa Clara o francesas. Tienes donde elegir. Tan castizo como un paseo hasta la pradera de San Isidro es darle un buen bocado a la rosquilla de tu elección. Un placer exclusivo de este día de fiesta en la capital que rivaliza con el rabo de toro como plato típico por antonomasia. Una tradición que según se cree proviene del siglo XIX, cuando desde Fuenlabrada y Villarejo de Salvanés (pueblos de tradición rosquillera) llegaban pasteleros a Madrid para vender sus dulces durante la romería del santo en la pradera.

Harina, huevo, azúcar, aceite y anís, como ingredientes esenciales de estas rosquillas que hoy seguimos comprando para comer con amigos, familia o con ese rollito tan dulcero como tú. ¿Quieres saber nuestras favoritas?

La Mallorquina

Llevar más de un siglo preparando este tradicional dulce nos obliga a tener que probarlas, por lo menos, una vez al año.

Prta del Sol, 8

Horno de San Onofre

De Madrid a Nagasaki, este es el éxito de esta pastelería que con azúcar de caña, almendra marcona de Alicante y mucho talento han sabido abrir tienda en Japón y abarrotar las siete que tiene en Madrid.

c/de San Onofre, 3

Confitería El Riojano

Sabiéndose valedora del premio a una de las torrijas más ricas de Madrid de este año, esta confitería, que ya vendía a la reina María Cristina de Habsburgo, contará hoy con su fila de fieles parroquianos.

c/Mayor, 10

Casa Mira

Aunque la especialidad de esta pastelería, fundada en 1842, sean los turrones, las rosquillas de San Isidro no es que estén para negarles el bocao’.

Cra de S. Jerónimo, 30

Posted by:Bru Romero

La vida es una obra de teatro que no permite ensayos. Por eso, canta, ríe, baila, llora y vive intensamente cada momento de tu vida, antes que el telón baje y la obra termine sin aplausos.

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