Su pasión por las antigüedades lo llevó a desembocar irremediablemente en el mundo del interiorismo. Pionero en introducir en nuestro país la mezcla de estilos y épocas, Lorenzo Castillo lleva más de veinte años depositando su arte y dando belleza a hoteles, restaurantes y viviendas a lo largo y ancho del mundo. Lo mejor está por llegar. Siempre.
Si no hubiese sido decorador, a Lorenzo Castillo le hubiera gustado ser pintor. Pero su pasión por el mundo de las antigüedades, heredada de su familia, lo llevó primero a abrir una tienda en la madrileña calle Moratín en la que recopilaba pequeñas grandes maravillas que encontraba en sus viajes para, de forma natural, dar el salto al interiorismo, una profesión en la que lleva más de veinte años. Pionero en introducir en España la mezcla de diferentes estilos y épocas, su gran salto se produjo cuando la firma Loewe le encargó dar vida a sus tiendas. Desde entonces, el diseñador, como le gusta reconocerse, se ha atrevido con casi todo. Ha ideado hoteles, restaurantes y viviendas particulares en todo el mundo, colecciones de papeles y telas para Gastón y Daniela o alfombras para The Rug Company siendo fiel a un estilo propio muy marcado, que él mismo define como «extremadamente acogedor y que huye de los ambientes fríos”. En definitiva, Lorenzo Castillo crea espacios que parecen que llevan ahí desde siempre y en los que la belleza todo lo contagia.
“Mi estilo no cambia porque soy yo mismo. Eres fiel a lo que te gusta. Sin embargo, después de todo este tiempo, me he dado cuenta de que cada vez más, estoy volviendo a los orígenes, a espacios grandes, limpios, tranquilos, sólo con cuatro piezas seleccionadas”
Un estilo que en ocasiones ha sido copiado. “A veces, te hace ilusión que se inspiren en ti, pero en otras ocasiones, cuando ya no es inspiración, sino una burda copia, te sientes atracado. De hecho, no puedo colgar imágenes de trabajo porque he tenido alguna mala experiencia; he visto cómo en alguna ocasión han fusilado, literalmente, mi trabajo”.
Las redes sociales, sobre todo Instagram, le permiten estar en contacto con sus colegas internacionales. No la usa como vía de inspiración, ya que cuando está en fase de estudio, Lorenzo Castillo reconoce que “no miro imágenes, sino que recurro a libros antiguos. Me dan ideas las cosas más sorprendentes, como el cine, pasear por Madrid, el arte y últimamente los paisajes y la mezcla de colores”. Con el paso de los años, el diseñador reconoce que su trabajo se hace cada vez más difícil porque va agotando sus fuentes de inspiración. “Cada vez me resulta más complicado enfrentarme al papel en blanco”. La realidad es que a Lorenzo Castillo le queda inspiración para rato. Asegura que el presente está siendo un muy buen momento tanto para él como para el resto de sus compañeros de profesión. “Veo mucha gente nueva y en el sector se respira alegría. El cliente de clase media, que había desaparecido, ha vuelto a encargar casas”. En su opinión, la decoración y la moda son un reflejo de la sociedad del momento. “Cada país tiene el decorador que se merece y España está viviendo una muy buena época. Estamos en una de las mejores etapas”. Y aunque parece que nada se le resiste, el interiorista aún tiene una asignatura pendiente. “Me encantaría hacer algo de cine, alguna escenografía o una serie de televisión. Ojalá se hiciese una serie tipo Carlos V en la que los interiores estuviesen bien cuidados y no te encontraras, por ejemplo, a Isabel la Católica sentada en una silla alfonsina”. Si no hubiese nacido en esta época, ¿en qué momento le hubiese gustado nacer a Lorenzo Castillo? El diseñador es claro. “Dentro de 200 años. Qué pena perderte cosas y muchos de los avances que se van a producir”. Está claro que lo suyo es pasado, presente y futuro.
Texto: Rosario Fernández