El terror de ciencia ficción es un subgénero nacido en 1979 con Alien: el octavo pasajero. Desde entonces, Aliens: El regreso (1986), Alien III (1992), Prometheus (2012) y ahora Alien: Covenant –además de otro buen grupo de películas de las que no corresponde hablar ahora- han reconfirmado la permanencia en el tiempo de un género que llegó para quedarse. Cada una en su propio estilo desarrolla la tragedia en torno a la bestia extraterrestre, pero es la que nos ocupa la más plásticamente aterradora, la más sangrienta y viscosa de todas ellas. Y también, la más profunda.

Baste saber que es la secuela de Prometheus y a su vez precuela de Alien: el octavo pasajero y que sus protagonistas son una expedición de astronautas colonos que pretenden asentarse en otro planeta. Lugar donde se encuentra el monstruo Alien, dispuesto a devorar y matar todo lo que se le ponga por delante. Pero, además, y he aquí el fuerte de la historia, a esta trama se unen otras cuantas que tienen un buen cúmulo de lecturas postmodernas que merecen nuestra atención. Porque no estamos –o no, al menos- ante una película de una bestia devoradora, sino ante una terrible metáfora sobre el futuro del hombre, tal vez profética. La película empieza con una criatura “sintética” y no-humana –Michael Fassbender– que habla con su creador del sentido mismo de la existencia: “Si tú me creaste a mí, ¿quién te creó a ti?”. Esa es la base de toda la saga de Alien, la de quiénes somos y a dónde vamos, la de la necesidad de existir, subsistir y ser, en definitiva. Por eso los colonos de esta entrega cuidan como un bien absoluto los dos mil embriones que llevan en su nave espacial, por eso ellos mismos son pareja entre sí, para aferrarse a la idea de supervivencia allende la galaxia. Por eso la amenaza de la bestia es ahora mucho más letal y más aterradora porque amenaza el sentido mismo de la existencia del hombre.

La ciencia ficción no puede –y no debe, si somos puristas- desde Metrópolis de Fritz Lang a Avatar de James Cameron, desvincularse de estas preguntas: cuál es el futuro del hombre, a dónde vamos, en definitiva. Ridley Scott nos las presenta de una manera angustiosa y agónica, carente de toda esperanza. Por eso los fans de la saga se deleitarán con este más-de-lo-mismo exquisito y sofisticadamente horripilante, y los nuevos acólitos se deleitarán ante esta extraña belleza.

Una gran película llena de preguntas, pocas respuestas, acción memorable, exceso de casquería y terror, por los cuatro costados.

Posted by:Belén Ester Casas

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