Si te hablamos de María Dolores Rico Oliver seguramente no sepas de quién te estamos hablando pero si por el contrario te hablamos de Lolo Rico y te decimos aquello de “viva el mal, viva el capital” seguramente tu rendición será tal que recordarás tu infancia con brillo en los ojos. La creadora de La Bola de Cristal dobla la servilleta y nosotros entristecidos no podemos por más que recordarla entre zooms, zooms…, culombios, culombios… zooms, zooms, faradios, faradios.
¡Qué triste es despedirse de los mejores cuando lo has pasado genial con ellos! Siempre nos da pena y sentimos cómo una parte de nosotros se van con ellos, no siendo igual a partir de ese momento. Eso mismo nos pasa cuando nos enteramos de la muerte de la escritora y guionista Lolo Rico, más conocida por el programa infantil que entretuvo a esos locos bajitos que diría Serrat de los 80. Niños que acostumbrados a programas como Sabadabada, Pista Libre o Como lo ves se dieron de bruces con un espacio transgresor que rompía cualquier tipo de moldes, hablaba sin tapujos de política y problemas actuales y que con sintonía de José María Cano y presentado por una joven Alaska, nos metía de lleno en la Movida Madrileña sin saberlo. ¡Y todo gracias a Lolo Rico!
Una entregada mujer de izquierdas, amiga de sus amigos, fiel a sus principios y a la labor de entretener catódicamente a los más peques de la casa que ponían TVE1 los sábados por la mañana. Nos enseñó a preguntarnos el porqué de las cosas desde lo irracional pero bello; desde lo transgresor pero no carente de verdad; desde la inocencia que se divertía curioseando y se topaba por vez primera con la actualidad, para la que no siempre había explicación, y siempre con un gusto y un atino que no dejaba fuera de la fiesta a nadie. Todos éramos bienvenidos. Incansable escritora y muy tozuda guionista, luchó con intransigencia cada una de las comas del guión del día porque amaba la profesión, su pasión era comunicar.
Hoy, cuando ya había amado de esta vida todo lo que había por amar y que, al final, a todo el mundo le mola, nos abandona para que otros cojamos/cojan el relevo. ¡Difícil, Lolo Rico! Pero gracias por tanto y tan bueno. Gracias por habernos enseñado, a toda una generación, un nuevo abracadabra.