Si hay algo que no se le puede negar al director de cine Peter Fleischmann (pese a que haya muchos que le obvien) es el de haber sido uno de los precursores de la renovación de la cinematografía alemana en los años 60. Tiempo convulso en el que nuevos temas e historias llegaban a los despachos y trataban de ver la luz en un momento en el que las falsas libertades de una época floreciente e interesada por ver la luz al final del túnel aún tenían mucho que aprender y muchos fantasmas morales a los que enfrentarse. Miedos, luces y sombras que quedaban reflejados en su película Escenas de caza en la Baja Baviera que hoy el actor y director Alberto Velasco vuelve a traer a primera línea como obra teatral.
Que toda una comunidad rural, embrutecida y sin poco tiempo para el razonamiento se enfrentara en plan Fuenteovejuna a todo aquel que se saliera de sus parámetros con una violencia tal que rozara lo inhumano podría resultar terrorífico de producirse hoy en día. Por desgracia ocurre y Fleischmann en 1969 y Velasco en 2018 ahondan en esta idea de medidas inquisitorias y nada tolerantes que no habla de otra cosa que de esa persecución del diferente y de la necesidad de seguir apostando por la diversidad mientras se lucha por ella.
Un argumento (con dramaturgia de María Velasco) que subido a las tablas del Pavón Teatro Kamikaze, del 6 al 8 de febrero, se olvida el pudor en casa para enfrentarse a una de las lacras que más daño están haciendo a una sociedad perdida en situaciones casquivanas y cada vez más deshumanizada. Un golpe de efecto transgresor que no duda en mostrarse tal y como es frente a la cruel epidemia y en el que cada uno de los personajes de esta obra (los integrantes de Malditos Compañía) exploran el sufrimiento y la responsabilidad que sentimos ya seamos víctimas o verdugos de estas diferencias que vemos como amenaza y no como tanto a nuestro favor.
Una obra que apela a esa obligación colectiva de abrir los ojos frente a la injusticia y el dolor para con el prójimo y donde la verdadera provocación y debacle viene al darnos cuenta, tras ver Escenas de Caza, que es justo que se abran los brazos al que es distinto y se encare al insulto miedoso y cobarde, a la intransigencia convertida en acoso y persecución.