Seguramente que en tus paseos por Ekseption, Santa Eulalia y demás tiendas multimarca que se precie, siempre habrás destacado de entre todas las firmas que apuestan por el denim de qué manera Acne Studios se hace con tu mirada sin necesidad de mucho esfuerzo. Sus líneas simétricas, minimalismo sueco y funcionalidad y estética a la par es normal que se ganen al personal al primer impacto. Pero… ¿y su colección de pasarela?

Aunque seas un ferviente admirador de la moda sueca por, precisamente, esas siluetas tan sencillas de las que te hablábamos, esta fórmula se complica cuando nos adentramos en el maravilloso mundo del Jonny Johansson más transgresor, más fashionista, más excéntrico. Y es que el director creativo de esta marca fundada en 1997 hila muy fino si hablamos de “un paso más” en esto de diseñar para un público preparado para todo. Nosotros que, a veces, somos un poco precavidos disfrutamos en un 50% las salidas de un desfile listo y preparado para ser fotografiado en publicaciones de moda, para las que parece estar ideadas.

Prendas que de manera romántica pero sin vestirnos en plan ñoño tiran de algún que otro volante, transparencia, pañoleta al viento de colores explosivos frente al pastel o, incluso, a la blancura de muchos de los looks, diseños oversized y totalmente desenfadados logran convencernos durante un rato hasta que saca la artillería más pesada y, digamos, menos comercial nada práctica. De ahí que nos preguntemos si compensa, en estos tiempos que corren, desdibujar los intereses más mainstream o populares para flirtear con las tendencias más underground que salen encantadas al exterior cuando un diseñador como Johansson les tiende la mano. Nosotros, nos seguimos quedando con las propuestas más suaves, menos arriesgadas.