El 25 de mayo de 1977, un George Lucas aterrado y deprimido se recluía del mundo en Hawai. Su película, el proyecto personal que más sangre sudor y lágrimas le había costado en su aún corta vida, veía la luz. En su mente estaban la negativa de los productores a darle más dinero –buena parte del presupuesto saldría de su propio bolsillo gracias a los beneficios de American Graffiti (1973)-; la incredulidad de su familia –su mujer le dijo siempre “Cariño, no entiendo nada”-; y la falta de fe de sus actores –Harrison Ford le gritaba en el set “George, tú puedes escribir esta mierda si quieres, pero te aseguro que decirla es imposible”-… Él mismo había perdido la fe. Sin embargo, hace cuarenta años la historia del cine, la de la ciencia ficción y la de la industria del entretenimiento cambiaba para siempre: se estrenaba Star Wars.

Mucho se ha escrito y dicho sobre la saga más importante de cuantas se han llevado a la gran pantalla. Los efectos especiales, la experimentación con la cámara y las escenas de acción, el llevar una historia de samuráis al espacio interestelar, todo era nuevo. Y el mundo se echó a sus pies. Exhausto, popular y millonario, Lucas acabó tan agotado que pasó el testigo de la dirección de sus dos primeras secuelas y él “se limitó” a escribirlas y producirlas. No sería hasta finales de los 90 y el inicio de la segunda trilogía –primera cronológicamente- que no se volvería a poner detrás de las cámaras. Para entonces, el 25 de mayo ya era oficialmente el Día del Orgullo Friki (y el 4 de mayo –may the 4th-, el de Star Wars).

Baste decir que Star Wars es la historia de un hombre, Anakin Skywalker, destinado a llevar el equilibrio a la Galaxia aunque para ello está destinado a vivir en la oscuridad más absoluta, lo que le permitirá abordar un particular camino de redención. La Guerra de las Galaxias es Darth Vader, es muchas cosas más, sí, pero sobre todo, es Darth Vader. No ha habido en la historia del cine un villano mejor que él. Es aterrador, despiadado y cruel. Y sin embargo, siempre ha generado verdadera fascinación entre los fans de Star Wars. Pero es también una historia sobre el bien y el mal, eterno tema de una saga irrepetible. Se ha hablado tanto del maniqueísmo de Star Wars que es adorada y odiada a partes iguales. Se le critica un argumento pueril y unos personajes planos, una amenaza para todo el intelectualismo de brocha gorda que no pude soportar los productos rentables y que reniega de cualquier blockbuster. Pero Star Wars lo es, ya que Lucas encarna los tres valores necesarios que todo autor necesita: ha mostrado el mundo a través de una mirada personal; ha creado un lenguaje cinematográfico propio; y su cine es perfectamente reconocible. Y Star Wars con toda su grandeza, su complejidad y su exceso es, ante todo, una historia personal hecha por un visionario.

A la mayoría de los fans le gusta más la trilogía sobre la alianza rebelde que lidera Luke Skywlaker que la del advenimiento del imperio al que contribuye Anakin Skywalker al convertirse en Darth Vader. Pero lo cierto es que ambas han colaborado a que varias generaciones se hayan enamorado del cine como entretenimiento y hayan querido volar en el halcón milenario, protagonizar una lucha de espadas láser contra Darth Maul y ser capaces de sacar una nave X-Wing de una charca de Dagobah utilizando sólo la Fuerza, un campo de energía que se encuentra en todas cosas y que los jedi saben dominar. Todos hemos dicho en un momento de desesperación “hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes”, hemos farfullado “yo soy tu padre” con la respiración mecánica y entrecortada e imitado los berridos de Chewbacca. Nos hubiera encantado tener un androide de protocolo que fuera experto en más de tres millones de formas de comunicación o tener a Han Solo en carbonita en nuestro salón como lo tenía Jabba the Hutt.

Por eso, en este tiempo en el que la Fuerza está sufriendo sus últimas y más tenebrosas convulsiones es sumamente grato ser testigo de nuevas y nuevas generaciones de frikis y seguidores de este universo único. Una prueba inequívoca de que siempre existirá una nueva esperanza…

Posted by:Belén Ester Casas

Friki de Star Wars y de Bergman, de Sexo en Nueva York y de Sergio Leone. Sí, es posible. Resumo la historia del cine en tres palabras: Ford, Hitchcock y Spielberg.

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