Las modas vienen pero también se van, las tendencias campean a sus anchas caprichosas según el consumidor pero hay momentos de la vida en que nos preguntamos qué tipo de sustancia se habrán tomado aquellos que ponen en marcha negocios con los que nos topamos cada cierto tiempo y de los que nos cuesta sobreponernos/sobrecogernos. Nos referimos al nuevo hit de la temporada que está arrasando entre los más fieles buscadores de nuevas maneras con las que dar salida a su nómina: el scrotox. ¿Lo conoces?
Como dice el refranero clásico: “piensa mal y acertarás” y en efecto, estás en lo cierto, la nueva corriente de la que hablamos tiene mucho que ver con las joyas de la corona masculinas. De hecho, es la nueva moda en cirugía estética recién salida de Estados Unidos y como ya sabemos, todo lo que se lleve allí, aquí tenemos que probarlo e incluso hacerle la ola. Para algo ellos son los más modernos, ¿no?
La técnica es sencilla. Inyectar bótox en el escroto para no solo reducir las arrugas de la zona en cuestión sino para dar la sensación de un mayor tamaño. Algo que ha servido a la hombría de un gran número de americanos (te sorprenderías de la cantidad) que han decidido someterse a una intervención de no más de una hora y bajo pago de 3,200 euros para que sus escrotos luzcan al viento como mango bien maduro. ¿El problema? Que según expertos en estas lides, esta sustancia no tiene el mismo efecto sobre la cara que sobre semejante zona íntima masculina, siendo la reducción de sudoración en la citada parte, el único de los beneficios que se podrían alcanzar. Y en ningún caso, la ansiada y deseada tersura. A esto se le une que el paciente no podrá tener relaciones sexuales en casi dos meses. El fenómeno y las ganas por seguir viviendo al filo de la navaja están servidos. ¿Compras?